Sin carpas ni sombrillas: a la playa ahora se va con gazebo

PINAMAR.- Desde su casilla, "el Vasco", uno de los tres guardavidas que trabajan en las playas de Pinamar Norte, intenta el cálculo. Se asoma, mira a lo lejos y piensa en voz alta: "Si en cien metros hay unas veinte?", ahora multiplica por los siete kilómetros de playa que hay hasta . "¿Unos mil cuatrocientos gazebos?", arriesga.

Número más, número menos, desde la cima de una duna se lo ve como si fuera un gran campamento del Dakar frente al mar que se pierde en el horizonte rumbo al Norte.

Alineados en forma paralela sobre la arena, a unos cien metros de la orilla, se intercala un gazebo con una camioneta 4x4 y así sucesivamente. Los fines de semana llegan a montarse en dos o incluso tres filas. Cada enclave, por supuesto, con sus respectivos cuatriciclos, jet skis o motos de agua.

Cambian los colores, pero el modelo se repite, ese de tres metros por tres metros que cuesta alrededor de 8000 pesos. Aunque quien pretende aún más espacio simplemente pone dos de esos gazebos pegados uno junto al otro.

En Pinamar Norte parece condición para estar ahí: es raro ver un grupo familiar o de amigos que no se refugie en uno. Aunque los gazebos también se encuentran ya en otras playas, por ejemplo en Cariló, generalmente en la periferia de los balnearios o paradores.

Adentro, además de los bártulos playeros, suelen colocar una mesa larga, ideal para grupos numerosos, y es común ver en algún rincón algún artefacto para cocinar: un anafe o hasta una parrilla.

Lo de los Aimale y los Acosta, un clan familiar repartido entre Luján, Pehuajó y Trenque Lauquen, es un anafe a gas: aseguran que este verano ahí ya han preparado para el almuerzo rabas, milanesas, hamburguesas, choclos y hasta ravioles. La licuadora directamente la conectan a la camioneta.

Los Aimale y los Acosta vienen a estas playas desde hace seis años. Tuvieron sus diferentes etapas: primero en "cuatri" y sin gazebo, luego "cuatri" con un tráiler, después con dos "cuatris" y desde hace dos años con dos "cuatris", una camioneta y, por supuesto, el gazebo, donde han llegado a reunir hasta unas treinta personas. "Cada vez se ve más gente con gazebos. Lo armamos entre todos apenas llegamos. Pero tenemos que estar muy atentos a los vientos, porque se puede volar: la estructura del nuestro es de hierro, no de aluminio", dicen.

La hora para encontrar un buen sitio para acampar es alrededor de las 12. A partir de la una, advierten que se complica un poco. "Acá hay más espacio y tranquilidad. En otras...

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