Carolina Mattina: 'Me emociona recibirme; hice muchos esfuerzos'

Carolina Mattina está organizando una fiesta para celebrar a lo grande: muy pronto se recibirá en el Instituto ESBA de Flores, un bachillerato para adultos donde cursó los últimos años de la secundaria, con el apoyo de una maestra integradora. "Me emociona terminar la escuela porque fueron muchos los esfuerzos que hice", dice esta joven de 20 años con síndrome de Down.

"Haber estudiado me dio muchas cosas lindas. Hice muchos amigos", cuenta Carolina. Y sonríe al confesar que su mamá "llora de alegría", por el gran paso que ella está por dar.

Llegar hasta aquí significó derribar barreras y hacer oídos sordos a quienes, alguna vez, dijeron "ella no va a poder". Sus padres, Estrella Peroña y Mario Mattina, aseguran que fueron estos noes los que encendieron en su hija los deseos de ser una persona más autónoma e independiente.

"A pesar de su dificultad, Carito tiene mucha garra y polenta. Nosotros nunca dudamos de ella. El «sí, se puede» está primero -afirma Mario-. Al igual que sucede con el resto de nuestros hijos, como padres nunca les vamos a quitar posibilidades. Después, si hay algo que Carolina no puede hacer porque tiene discapacidad intelectual, entonces lo vemos, pero que el techo se lo ponga ella".

El camino de la educación inclusiva fue arduo. Cuando terminó la primaria, la escuela a la que iba le sugirió a la familia que continuara la secundaria en una especial. Pero la joven se opuso: "Yo voy a poder en una escuela común", repetía convencida.

Un arduo recorrido

De primero a tercer año Carolina cursó en una escuela privada en Villa Devoto, hasta que un día tomó la...

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