Carlos Hilbck
Autor | Carlos Hilbck |
Páginas | 731-749 |
SECCIÓN ESPECIAL. APÉNDICE LITERARIO | 731
ELTUYO Momento 1
Yo: Yo a veces creo que estoy muerto, a veces deseo
estar muerto. El paso del tiempo me dice todo y no lo escu-
cho. Ayer empezó la primavera. Ayer me recibí de abogado.
Ayer fui al parque. La primavera, como siempre, viene inva-
siva, bucólica, agresiva. Esa obligación a ver belleza, aunque
todo duela, uno está obligado a detenerse y ver su belleza.
Belleza obligada. A mí me da alergia. Ayer me recibí de abo-
gado, ayer tiramos las cenizas de mi madre. Ayer. En mi vida
nada es normal. ¿Vida? En las de ustedes por supuesto que
todo es normal. Todos ustedes se recibieron de la profesión
que aman. Ustedes se determinan. Ustedes fueron libres de
elegir. Yo no. Yo sí asumo las cadenas, las condenas, los
pedazos de piel que caen, tomando la forma del tiempo.
Mucho dolor. El tiempo me encontró errando, haciendo ar-
te ¡Arte! ¿Arte? Arte. Y, sí. Me di cuenta a tiempo de que el arte
no lleva a ningún lado. No es un camino, es una condición.
Al contrario, te llena de miedos. Pasados los 25 años sentado
en esa clase. Derecho romano. ¡Sí! Era Derecho Romano.
La profesora era gorda, rubia, muy maquillada, parecida a
ese bufón, a esa paladina de la injusticia que seguramente
vos admirás. Decía “Los ius ius preferendi, ius persequendi,
no tienen capacidad para los romanos, tienen imbecilitas”.
Sólo veía que movía su boca y salían palabras que no podía
comprender, entender. Yo entendí en ese momento, en ese
instante lo vi, que nada de todo eso era para mí. Igual seguí
y seguí. ¡El derecho! Insistí en eso que no era para lo que
nací. ¿Nacemos para algo? Deseo. ¿Deseo? ¡Deseo! ¿Qué es
el deseo? El deseo es eso que tenés extremadamente escon-
dido, vos me vas a negar que lo tenes, pero está, está muy
adentro tuyo, protegido por mil vidrios blindados, paredes
y disfraces. El deseo es eso que escondés. Desear y esconder
son sinónimos, son significados recíprocos.. A veces creo
que camino por una gran ciudad, enorme, llena de gente,
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Carlos Hilbck
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732 | SECCIÓN ESPECIAL. APÉNDICE LITERARIO
REDEA. DERECHOS EN ACCIÓN
| Año 6 . Nº 19 | Otoño 2021
todos caminan como locos, rápido y otros caminan despa-
cio, envueltos en una vieja frazada, con la cara sucia, los
pies descalzos y miradas vacías de deseos. Donde ellos se
tiran en la hierba y ni siquiera pueden llorar, no recuerdan
cómo es llorar. . Mi madre murió cuando yo estaba cursando
cuarto año de la maldita universidad. ¿Debo estar alegre
porque yo pude estudiar gratis y en Chile no es gratis? No lo
sé. Maldita universidad ¿Quién hace lo que quiere? ¿Quién?
¿Quién? Claro, ustedes, ustedes hacen lo que quieren. Mi
madre tuvo una repentina enfermedad terminal. Digo repen-
tina, porque murió en un mes, no dio tiempo a pensar, le dejó
de funcionar el hígado. Dejó de soplar esa refrescante bri-
sa. Ahí volvió. ¿Dónde estoy? Donde ustedes quieran que
esté. Esto lo arman ustedes. Ustedes, como siempre mandan.
Ustedes deciden el futuro, claro, si existiera. Era el último
día de la semana, el de ir a pasear, comer en familia, religión,
el que se elige para morir. ¿Se elige morir? No tengo dudas
de que elegimos morir. Sosteniendo toda la mierda posible
que nos da de comer. Elegimos morir todos los días. Cuando
hacemos lo que debemos. Morimos, fetas de carne fétida se
pudren en nuestras camas. Carne podrida queda atrapada en
nuestras camas y día a día somos muerte. Cuando hacemos
lo que debemos, cuando hacemos lo que el otro nos dice,
morimos. Soy carne que se pudrió, ya me desintegré, los
gusanos comieron esta carne, sólo porque luché por no ser
como vos. La televisión de la habitación del sanatorio estaba
prendida. Se escuchaba con claridad. Ella con sus grandes
ojos azules y sus ganas de vivir, miraba ese programa. Yo
diría, hermoso programa. Era un documental lindo, lleno de
luz, la tele mostraba una plantación de kiwis, era todo ima-
gen bella. Ella miraba la tele y me miraba, me miraba a mí.
Me agarró de la mano y cerraba y entreabría los ojos. Vi su
lucha por querer vivir. Me agarró la mano más fuerte. Cerró
los ojos. Respiraba. Le empecé a describir las imágenes de la
tele. Ya no lograba abrir los ojos. El campo era simplemente
hermoso. Las hojas verdes el cielo azul. Todo se ve lindo.
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