Carlos Bulgheroni: El empresario petrolero que dejó una huella por su audacia para hacer negocios

Las bridas son anillos que se usan para unir dos caños en un sistema de tuberías mediante el montaje de pernos que atraviesan ambos lados a través de una circunferencia con agujeros. En esos elementos pensó Alejandro Ángel Bulgheroni cuando le puso nombre a la empresa que creó en 1948. La llamó Bridas.

Era una continuación de Casa Bulgheroni, el negocio que el abuelo de Carlos y Alejandro Bulgheroni -también se llamaba Ángel-, había fundado en Santa Fe poco después del principio del siglo.

Carlos Bulgheroni era el motor de los negocios petroleros de Bridas. Tenía una enorme capacidad de lobby y negociación, una agenda internacional que incluía empresarios y políticos de todo el mundo y una avidez por los negocios que lo llevaron a traspasar fronteras que nunca antes había cruzado ningún empresario occidental.

Después de casi cuatro décadas de luchar contra una enfermedad oncológica falleció. El dueño de Pan American Energy (PAE), de 71 años, estaba internado en una clínica en Minnesota, Estados Unidos, donde trataba su enfermedad.

Quienes conocían a Bulgheroni en profundidad sostienen que desde siempre tuvo un temperamento fuerte, pero aclaran que su enfermedad le cambió la vida. En 1973, cuando tenía 28 años, le diagnosticaron cáncer en los ganglios. Su hermano y su padre se empecinaron en que Carlos se atendiera en un centro médico de Stanford, en Estados Unidos.

Los mejores especialistas del mundo le dieron la peor noticia: de acuerdo con sus cálculos, sólo le quedaban cinco meses de vida. Bulgheroni decidió someterse a un intenso tratamiento. Volvió a la Argentina para las fiestas de fin de año. Sus médicos creyeron que era la última vez que lo verían. A él, esa idea ni se le cruzó por la cabeza y prometió estar de vuelta para continuar con el tratamiento.

Como en los negocios, Bulgheroni fue implacable con la enfermedad. En 2013 se cumplieron 40 años desde que le diagnosticaron que sólo iba a vivir por cinco meses más. Uno de sus allegados ironizó: "El que le dijo que iba a estar muerto, hace tiempo que murió". Bulgheroni seguía visitando la clínica para hacerse chequeos periódicos.

Bulgheroni era un apasionado de la información. Solía invitar a ejecutivos de otras empresas para ver qué pensaban con respecto a la marcha de la industria petrolera o del país en general. "Es una esponja que absorbe información y no se sabe luego qué conclusión sacará con eso", sostuvo un hombre de negocios que participó en varios de esos encuentros.

Omnip...

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