La carambola que persigue el kirchnerismo en medio de la crisis de Juntos por el Cambio

Cristina Kirchner conoce demasiado el mar de la política para distinguir un elogio de un anzuelo. Los que prenden velas por su candidatura presidencial le están pidiendo, en el fondo, que se sacrifique por ellos. Que pierda, pero los ayude a conservar porciones de poder que se le escurren como agua entre los dedos.

Si deja correr el clamor es porque así retiene la ilusión imperial de que el orden en el peronismo depende de su exclusiva voluntad. Se espera el gesto sorpresivo y definitivo que acomode a un frente político sometido al desgaste que significó el experimento fallido de Alberto Fernández . A diferencia de otras épocas, ahora a Cristina se le ve de lejos que no le sobran cartas para ganar esta mano.

Sergio Massa decidió esta semana salir a ofrecerse a cara descubierta como solución a la carencia kirchnerista. Puso sus condiciones sobre la mesa: quiere apoyo total, que no haya primarias y que -a tono con lo que dijo Cristina- se establezca con claridad un programa de gobierno. El lanzamiento tuvo el sello de su audacia. Lo hizo horas antes de que se difundiera otro índice de inflación alarmante, la señal más estridente del resultado decepcionante de su gestión como ministro de Economía.

El movimiento massista asume las carencias de la gran electora. ¿Si no es él, a quién le encomendará Cristina la misión de competir como candidato presidencial de un oficialismo atravesado por una crisis descomunal? A Fernández lo bajó la realidad antes de que él se viera forzado a anunciar que había decidido "dedicar todas sus fuerzas a gobernar la Argentina". Cristina prometió no presentarse cuando la condenaron por corrupción y, aunque ahora le rueguen, sabe fehacientemente que le resultaría imposible imponerse en un ballottage a quien le pongan enfrente. ¿Axel Kicillof? Sería lanzar al premio mayor a alguien que clama desde hace meses que su máxima ambición consiste en quedarse en la provincia de Buenos Aires.

Cualquier otra opción carece de peso específico para evitar la triste venganza final del Presidente: que el aspirante a sucederlo surja de unas elecciones primarias en el peronismo. En otras palabras, que se visualice la pérdida de la facultad ordenadora de Cristina.

Massa tiene una carta para ofrecerle a Cristina en la partida que libra para doblegar las rebeldías tardías de Alberto. Ni más ni menos que retirarse del Gobierno con todo su equipo. Dejarlo solo con la crisis. Cuando enfatizó esta semana que sería "un gravísimo error" ir a una...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR