El capital humano, motor fundamental del desarrollo

Cuando uno menciona el milagro de crecimiento israelí, enseguida piensa en emprendedores, tecnología e innovación. Sin embargo, al descomponer el crecimiento en sus tres factores principales (capital, trabajo y productividad), lo que surge del análisis es que el principal motor del avance de los últimos 25 años fue el capital humano : más personas trabajando, más horas trabajadas. (El aumento de productividad, en cambio, al parecer fue bastante modesto, algo que hace dudar a economistas como Manuel Trajtenberg, uno de los padres del modelo israelí, de la sostenibilidad del ritmo de desarrollo.)

La explicación de este milagro del trabajo es bastante simple. En los 90, Israel recibió cerca de un millón de inmigrantes calificados provenientes de la ex Unión Soviética que se insertaron en el aparato productivo local, muchos de ellos, gracias a las políticas productivas que sentaron las bases del complejo tecnológico del país. En los 2000, el gobierno adoptó como política de Estado el aumento de la tasa de participación laboral de poblaciones segregadas -en particular, de ortodoxos y árabes- y lo logró, con creces, en el caso de las mujeres ortodoxas y de los varones árabes.

Sumar trabajadores tiene dos efectos inmediatos. Primero, si la calidad del trabajo no varía, más personas trabajando para una dada población total equivale a más producto por habitante. Segundo, reduce la "tasa de dependencia" -entre personas activas y pasivas- y el cociente entre quienes perciben beneficios previsionales y quienes contribuyen con sus aportes a sostenerlos. Así, sumando gente al trabajo, sube el crecimiento per cápita y cae el déficit fiscal.

Esta y no otra es el álgebra del "bonus demográfico" tantas veces señalado en la discusión previsional: si la población en edad de trabajar crece más que la población total -y si la tasa de empleo se mantiene estable- se acelera el crecimiento y se estabiliza el déficit previsional. Pero el tema no es tan lineal: no toda la población en edad de trabajar efectivamente trabaja, y no todos los que trabajan lo hacen en empleos de productividad comparable.

Como en el recientemente publicado Mapa del Trabajo Argentino del CEPE-DiTella, lamentablemente este parece ser el caso de la Argentina, donde el aumento de las personas en edad de trabajar más que se compensa por la caída en la tasa de empleo -fruto del desempleo y del desaliento-, con lo que las horas trabajadas terminan creciendo menos que la población. Este dato, por...

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