La cantante con mejor presencia televisiva

Hace casi 20 años, cuando su estrella comenzaba a brillar, Soledad Pastorutti se animó a cantar un blues junto a la banda musical estable de Duro de acostar, el primer y mejor acercamiento de Roberto Pettinato al modelo de programa en el que se siente más cómodo: el late night show.

Esa aparición fuera de programa (como dirían Les Luthiers) debió haber incomodado a los seguidores más puristas de la Sole. ¿Cómo se animaba la niña mimada del folklore, la que a ponchazo limpio había recuperado el fervor multitudinario por el cancionero nativo, a incursionar en terrenos musicales casi heréticos? Pero ella se animó. Y por unos minutos dejó de ser el Huracán de Arequito. De su expresiva y bien colocada voz de contralto salían por una vez otros sonidos. Quienes la veían, genuinamente asombrados, se preguntaron cuál sería para ella el próximo paso.

Pasaron los años y ese interrogante se fue desvaneciendo. La propia Soledad no entregaba ningún indicio en ese sentido. Tal vez para no apurarse. La cantante que recorría escenarios y festivales hecha un torbellino siempre supo pensar con frialdad y criterio, lejos de las luces, cada uno de los pasos de su carrera.

Y con el tiempo empezó a animarse a más. Exploró otros géneros, saboreó nuevos ingredientes musicales, sumó experiencias en contacto con figuras de distintas raíces y perfiles. Y también empezó a descubrir lo...

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