Cannabis polémica: es ley, pero en Uruguay todavía se debate

MONTEVIDEO.- A poco más de un año de aquel punto de inflexión que produjo la legalización de la producción, distribución y venta regulada de cannabis, Uruguay protagoniza un experimento regional.

La polémica ley uruguaya trajo aparejadas postales repetidas del consumo desinhibido de THC en la vía pública, desafiando incluso a las fuerzas de seguridad todavía desconcertadas frente a esas prácticas, y hasta la formación de clubes cannábicos de membresía cerrada, regidos como organizaciones civiles y ceñidos a un máximo de 45 socios.

Mientras el Estado discute cuáles serán las empresas nacionales o extranjeras en las que recaerá la producción de cannabis a gran escala en antiguos predios del ejército, el comienzo incierto de esa actividad -entre otras cuestiones por temas de costos- ha reorientado a los consumidores hacia esos clubes con producción propia autosustentable y asegurada. Se trata de inversiones cuantiosas, que oscilan entre los US$ 20.000 y 30.000, según una investigación de LA NACION, destinadas íntegramente a infraestructura, insumos y sistemas de seguridad para el cultivo, acopio y distribución de esas plantas psicoactivas.

Según estimaciones de la Asociación de Estudios del Cannabis del Uruguay (Aecu), en el último año se formaron unos 500 clubes (no todos operativos) y se cuadruplicó el número de autocultivadores de marihuana: pasó de unos 10.000 cultivadores domésticos, que antes ensayaban con las técnicas de prueba y error e intercambiaban semillas en las sombras, a más de 40.000. Esa oleada ha convertido a los protocolos del cannabis en un know how altamente profesionalizado, y a la marihuana legal, en un negocio por demás prolífico.

La mercadotecnia del cannabis es hoy una fuente de ingresos empujada por la proliferación de grow shops -desde Colonia hasta el Chuy-, que expenden los insumos para el cultivo de marihuana con tecnología de punta. Pero en ese rubro lo legal también se mezcla con la informalidad de aceites caseros derivados de esa droga, producidos con fines "medicinales" y adoptados como analgésicos de amplio espectro.

El auge de los clubes cannábicos, establecidos en sedes que intentan pasar inadvertidas a los ojos del público, tanto por cuestiones de seguridad como de rechazo entre los propios vecinos, va in crescendo en todo el país, aunque lejos de los esquemas de costos previstos por el propio Estado uruguayo, que había anunciado un valor unificado de US$ 1 por gramo comercializado de cannabis, de manera...

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