Caníbales de chicos

En los 90, el raid delictivo de "Sopapita", desde los 14 años, atrajo los medios como un imán; "Barbarita" tenía 9 cuando lloró de hambre frente a la TV en la crisis post-2001 y, desde el último domingo, "Polaquito", con sólo 12, es una estrella oscura y revictimizada por escupir frente a una cámara su tenebrosa marginalidad, salpicada con fabulaciones de pesadilla.

Sacrificar a chicos en emergencia social para la exhibición pública tendría sentido si esos casos escalaran por encima de la mera catarsis escandalizada de la audiencia y se transformaran en políticas de Estado que impidan la multiplicación de "Sopapitas", "Barbaritas" y "Polaquitos". Por cierto: hay algo muy cínico en el uso del diminutivo que denota un cariño del que, por lo visto, carecemos como sociedad. Ídem con el pixelado: cumplimos con la norma...

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