La Cámpora intenta reinventarse para poder encarar la nueva etapa

Gane hoy Daniel Scioli o Mauricio Macri, ya nada será igual para La Cámpora. Mañana empieza una nueva etapa en la historia de la organización política juvenil más importante de los últimos 30 años. Con el fin del gobierno de Cristina Kirchner se termina la fase que tuvo a la agrupación en el centro del poder.

La próxima pantalla se vislumbra más difícil, en especial si gana Macri. El peligro para La Cámpora, según el análisis que hacen dirigentes de la fuerza, es quedar aislada, condenada a un papel insignificante en el nuevo tablero político.

Para encarar ese desafío, entre los principales dirigentes de "la orga" cobra fuerza una idea: la necesidad imperiosa de "resignificarse", de encontrar un nuevo perfil, tal vez desde la oposición.

Lo mismo cabe para al resto del cristinismo. "Hay que asimilar el piñón", graficó uno de los integrantes de la conducción nacional de La Cámpora.

La receta parte de una autocrítica profunda que se hace puertas adentro de la agrupación. Todavía en conversaciones desordenadas, algunos dirigentes hacen análisis descarnados sobre los errores cometidos. Sostienen que la organización se cerró mucho, que cayó en el "sectarismo", y que "perdió el timing político" y el "termómetro social".

Una mirada compartida entre los jefes de La Cámpora explica que la agrupación tuvo que crecer a la fuerza.

La muerte de Néstor Kirchner aceleró un proceso que hasta 2010 era más acompasado. Ante la necesidad política de la Presidenta, La Cámpora asumió responsabilidades de gobierno que hicieron que le restara intensidad a su presencia territorial.

Una ironía del destino: más allá del peso que tendrá en el Congreso, La Cámpora deberá reconstruirse desde el llano, según analizan los jefes de la agrupación. No sólo desde la gestión de los municipios que ganó en las últimas elecciones, en Moreno, con Walter Festa; en Mercedes, con Juan Ustarroz, y en Ushuaia, con Walter Vuoto.

Las unidades básicas que hoy funcionan como brazo militante del Estado nacional deberán encontrar nuevas modalidades para el trabajo territorial. Los dirigentes de base de La Cámpora ya no contarán como herramienta de militancia con las planillas de inscripción de los planes Progresar y Procrear, ni con las antenas para la televisión digital. También se verán afectados por la posible pérdida de los cargos públicos que ejercen varios de ellos.

El desafío para La Cámpora, y para el cristinismo, en general, es el mismo en el...

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