Caminar por la ruta de madrugada y hacer dedo, la odisea de volver a casa

Transcurrieron dos días desde el trágico recital y aún hay al menos 19 personas que son buscadas por sus allegados, que no se contactaron con sus familias. Sin datos oficiales proporcionados por la Municipalidad de Olavarría, éstas son las cifras que manejaba ayer Red Solidaria.

En medio de rumores sobre más espectadores perdidos, ayer, el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, activó un operativo de rastrillaje en los alrededores de Olavarría con el objetivo de dar con posibles personas extraviadas. Además, instó a quienes aún buscan a sus familiares a formalizar las denuncias por averiguación de paradero en las comisarías y fiscalías.

Y mientras algunas personas viven horas de desesperación, inmóviles frente al teléfono y atentas a cualquier novedad que pueda surgir de las redes sociales, otras familias respiran aliviadas, abrazadas a sus seres queridos después de intensas búsquedas.

Antonio Calviño no hacía más que repetir "fue un milagro" mientras en la habitación contigua descansaba su hija Natalia, de 35 años. Los lastimados pies de la joven daban cuenta de todo lo que había tenido que caminar. "Le pudo haber pasado cualquier cosa", suspiró el hombre, en diálogo con LA NACION.

Natalia se había quedado sola en el recital minutos después de que el show dio el puntapié inicial. Cuando salió del predio La Colmena, la joven decidió caminar por una ruta. No veía ningún rostro conocido. Cuatro kilómetros recorrió hasta que un matrimonio la invitó a subir al auto y la acercó hasta Morón. "Mi hija se tomó un colectivo y luego el tren hasta Burzaco", contó su padre. Ayer, a la 1 de la madrugada, Natalia por fin pudo abrazar a sus padres y a sus hijos. Su papá agradeció la solidaridad de la pareja: "Ojalá los pueda contactar".

Un largo viaje a casa

Franco Farías, de 18 años, también se cruzó con gente solidaria en su larga travesía. Sin el camionero Agustín, de la ciudad de Azul, tal vez hoy continuaría caminando para llegar a su casa en Lanús.

No bien empezó el recital, el joven perdió a sus amigos. En medio del tumulto y entre empujones, logró llegar al fondo del predio. "Empecé a ver avalanchas y no me gustó nada", dijo a LA NACION. Cuando faltaban tres canciones para que el espectáculo terminara, Franco pensó que era un buen momento para ir hasta la combi que lo había trasladado a Olavarría junto a sus amigos. "Había un montón de combis. Preguntaba y preguntaba y la mía no la encontraba"...

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