Hay algo que cambió para siempre

En medio de una ceremonia cuyo esplendor ya sólo puede diseñar el Vaticano, http://www.lanacion.com.ar/1564988-francisco-dio-comienzo-a-su-pontificado-en-una-historica-ceremoniano olvidó ninguna de sus viejas posiciones ni dejó de lado ninguno de sus gestos, que siempre tienen un claro mensaje político y social. Continuó con sus deferencias a la presidenta argentina (fue a la primera que saludó tras la misa), pero también mandó a buscar a Mauricio Macri de una lejana platea. Su vestimenta fue la más austera de los últimos papas y recorrió antes de la ceremonia la muchedumbre de la Plaza San Pedro. Ese baño de masas es su segundo gesto en el mismo sentido. Ya lo había hecho la noche de su elección cuando pidió a la gente una oración por él, antes de dar él su primera bendición papal. Habrá quienes tergiversarán esas actitudes, pero es simplemente el pastor que reconoce que lo primero es su pueblo. Primero, incluso, que los dueños del poder de cualquier categoría.Vale la pena preguntarse si http://www.lanacion.com.ar/1564812-cristina-lloro-al-saludar-al-flamante-papa-franciscose acostumbrará a compartir el escenario político local con semejante personalidad. El papa Bergoglio es argentino y la primera línea de su grey estará eternamente integrada por los argentinos. El Papa se dirigió ayer al mundo. Sería superficial y deliberadamente intencionado leer su solemne homilía en clave argentina. Pero existen, objetivamente, las diferencias entre su discurso y el discurso del poder local. "El odio, la soberbia y la envidia destruyen la vida", sentenció. El kirchnerismo ha sembrado rencores en los tejidos más profundos de la sociedad y su soberbia aparece ya, cuestionada, hasta en las encuestas de opinión pública.http://www.lanacion.com.ar/1564121-como-quisiera-ver-una-iglesia-pobre-y-para-los-pobres-dijo-el-papa. "Debemos vivir con ternura", señaló en uno de los párrafos en los que puso mayor énfasis. Ya más metido entre los argentinos, Francisco le había hablado por teléfono, muy temprano, a la multitud que esperaba en la Plaza de Mayo, frente a su vieja catedral. "No hablen mal del otro, no le saquen el cuero a nadie", pidió con cierto humor, con esa mezcla de lunfardo y argentinismos con los que suele hablar el fino intelectual que también es el Papa. Esas formas, en fin, que los intelectuales kirchneristas detestan porque lo hacen popular.Una presidenta argentina visiblemente emocionada reconoció ayer, en los hechos, que algo cambió para siempre su vida y la...

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