Cambió la historia de la TV, pero puede hacerlo de nuevo

Es sencillo pensar que, 27 años después, finalmente los espectadores están preparados para recibir este regreso de Twin Peaks como corresponde. Después de todo, buena parte de los elementos que conforman las series de esta era de oro puede rastrearse directamente al ADN de la ficción de Mark Frost y David Lynch.

Sin Twin Peaks no existiría la meditación existencial de Six Feet Under, ni la paranoia de un prolijo agente del FBI atrapado en una telaraña sobrenatural de The X Files ni la pérdida de la inocencia en un pueblito condenado por los pecados de sus mayores, como en Buffy y Veronica Mars. Ni siquiera imaginaríamos a una familia capaz de subsistir con el alimento de su propio dolor y su capacidad de causar daño a los de afuera, como Los Soprano. Ni qué hablar de la osada decisión de construir un programa de TV como un rompecabezas hecho de pequeños enigmas, donde el espectador es el único capaz de ver el dibujo completo (con los riesgos que dejó en evidencia Lost, pero también la propia Twin Peaks, una vez que la cadena ABC decidió que ya era hora de revelar al asesino de Laura Palmer).

Pero sobre todo sin Twin Peaks no hubiésemos aceptado la noción de que una serie podía ser una obra de arte, que podía tener un autor, un propósito y un mundo al que mudarse, en ese entonces, una hora por semana. Gracias al streaming, ahora podemos "vivir" en una de estas construcciones artísticas durante semanas o incluso meses.

En teoría, gracias a la...

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