La cajita feliz del kirchnerismo

Alberto Fernández, el domingo, en el búnker de Chacarita

Las elecciones generales del domingo trajeron una novedad que será hito en la historia de la democracia argentina: no se trata del resultado, que confirmó e intensificó el sentido del resultado de las PASO de septiembre, sino de la ausencia de una palabra simple, clara y precisa para describir la performance del oficialismo de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en cuatro ámbitos clave: a nivel nacional; en la Provincia de Buenos Aires, el principal distrito electoral del país; en el Senado de la Nación y en 13 de las 24 provincias argentinas. Nada menos. Desde el domingo, y continúa igual el panorama, la palabra negada desde el oficialismo fue, y sigue siendo, "derrota" .

Se trata de una operación discursiva y simbólica inquietante para la vida democrática argentina. Por un lado, esa operación retórica institucionaliza una relación política del kirchnerismo con la mentira. O su contracara: la institucionalización de una relación patológica con la verdad . Ahora se desafía a la verdad política más evidente, en este caso el resultado electoral contante y sonante , desde un punto central de la esfera política, el discurso presidencial, y ante los ojos de todos los ciudadanos, testigos y protagonistas de un resultado electoral que la palabra presidencial escamotea e invisibiliza. Las elecciones 2021 acaban de aportar su excepcionalidad a la deriva democrática de la Argentina con el capítulo "Kirchnerismo, manipulación de la verdad y su institucionalización electoral". No hubo fraude con los votos. Hay narrativa engañosa con resultados .

Los verbos de esa política que disputa el poder en las urnas ya no se reducen a "ganar", "perder" o "empatar". Ahora hay "achicar" (derrotas), "ampliar (diferencias), "revertir" (elecciones). Las PASO lo hicieron. Esas nuevas conjugaciones le permitieron al kirchnerismo armar una narrativa que logró imponerse en parte de la opinión pública y no solo la kirchnerista. En ese punto, la novedad y la sorpresa es doble: no solo la negación de "perder", un verbo sin el cual es inconcebible la tríada de resultados electorales posibles -ganar, perder, empatar-, sino el éxito para instalar una realidad paralela en la que la derrota del oficialismo es percibida como triunfo .

Ese es el otro aspecto inquietante de la Operación Triunfo del gobierno: genera el efecto "cajita feliz kirchnerista", con un oficialismo que construye con devoción su cámara de eco a costa inclusive de negar la voluntad popular que le dio un triunfo a la oposición. El...

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