Cada vez se necesitan más billetes, pero se usan menos

El truque, la sal, las especias, el oro, la plata, los billetes?, ¿y el dinero virtual? No es una incógnita futurista; aun sin un cambio de paradigma en el intercambio, el uso de efectivo está en decadencia. Quizá pueda parecer una idea lejana al país, donde la inflación aumenta a diario el dinero físico circulante. Pero nadie negaría que el pago de servicios en plataformas virtuales, los pagos con tarjeta en la Web o las transferencias vía se han convertido en operaciones corrientes. Desprovisto de materia, el dinero "viaja" como en el relato de un mago, de una mano a otra.

En un momento en que la suba de precios hace que cada vez se necesiten más billetes para adquirir bienes, paralelamente -aunque a menor ritmo- crece también la cantidad y el uso de las tarjetas de crédito. Según Abeceb.com, en el tercer trimestre de 2013, el total de plásticos ascendía a 20,6 millones, desde los 16,1 millones en 2011. Pero el reemplazo del efectivo va más allá de las tarjetas, atadas a la bancarización, todavía baja en el país. Otras soluciones, como la tarjeta Monedero, de Visa, apuntan a reemplazar el efectivo en transacciones diarias de bajo monto.

Un artículo publicado en el blog TransferWise indica que los pagos de consumidores con a nivel global ascendían a 38,3% del total en 2012, sobre los efectuados con tarjeta, según datos de Visa. Reemplazar semejante volumen parece un desafío titánico.

En la Argentina, la producción de billetes está al límite en la Casa de Moneda y en la ex Ciccone, investigada por la Justicia. La urgencia obligó, incluso, a la importación de billetes de Brasil y Chile. Por citar sólo un costo asociado al dinero físico, en 2012, el Estado pagó a la nueva Ciccone entre $ 0,38 y $ 0,49 por billete, según la denominación. Esta y otras desventajas del físico dieron lugar a la manifestación más revolucionaria de la digitalización: el bitcoin. Pero la moneda virtual se topó con infinitos problemas. El papel y las monedas dan batalla.

En el país, las experiencias de billeteras móviles de Tarjeta Naranja, y de Movistar y Mastercard, no lograron el cambio cultural. En Movistar hablaron de Wanda como un "programa piloto", que alcanzó en la Argentina unos 25.000 clientes y 120.000 transacciones. En el cierre del servicio a fines de 2013 se prometió un regreso mejorado. "Como todo servicio innovador y disruptivo necesita tiempo de madurez de los consumidores y consolidación del sistema en el mercado", explicaron en Movistar.

Zona MO, de...

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