De cacería, en plena luna de miel

La de ayer fue una de esas jornadas bien argentinas que al gran Discepolín le hubiese arrancado una de sus clásicas sonrisas tristes al constatar, una vez más, que "la Biblia y el calefón" de su inmortal Cambalache se mantiene más vigente que nunca.

La ilusión de creernos por un rato los reyes de la creación, que no hay quién nos gane, y el porrazo que sobreviene cuando casi enseguida nos enteramos de que, una vez más, nos las vendieron cambiada, es ya un déjà vu constante en la historia argentina.

Nos pasó incontables veces en nuestras vidas, pero, vaya a saber por qué, nos empeñamos en ver una y otra vez esa pésima película: cuanto más grande es el buzón -la noticia más deseada, pero que en realidad no existe, o no es tal como la habíamos imaginado-, más predispuestos estamos a comprarlo rápido, sin los más mínimos rechequeos. No importa que el entusiasmo sea efímero y que la caída posterior nos deje un sabor amargo. Siempre volvemos a caer.

La historia de los prófugos del triple crimen, que se impuso tan rotundamente como el tema dominante y excluyente desde su inesperada irrupción el 27 de diciembre último, es tan sorprendente y tiene tantos giros inesperados, que tan pronto se convirtió en una mancha inquietante que podía arruinar la luna de miel de la sociedad con el nuevo gobierno, sometiéndolo a un prematuro desgaste, como en un rayo luminoso que lo llenaría de gloria si lograba recapturar a esos peligrosos delincuentes en un lapso razonable.

Ayer, cuando en un principio se informó que habían caído los tres prófugos, todo parecía sonreír a la nueva administración, que hoy justamente cumple un mes en el poder. En ese caso, hasta podría haberse jactado de algo singular: mientras México, incluso con la ayuda de los Estados Unidos, tardó seis meses en devolver a la cárcel a "el Chapo" Guzmán, aquí, aun con un entramado de gravísimas complicidades que le jugaron en contra, la cacería terminaba sólo en 13 días con el mejor resultado.

Las peripecias del caso -cuando parecía que se desinflaba por falta de novedades sobrevino la cacería por territorio santafecino, con show de helicópteros incluido, que culminó ayer con la caída de, al menos, el líder de la banda, Martín Lanatta- apasiona y tiene en vilo a los medios.

Los funcionarios involucrados en el tema fluctuaron por estados de ánimo muy contrapuestos: pasaron del triunfalismo precipitado, al principio del caso, cuando el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, guapeó que la...

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