Burbujas españolas, italianas y francesas para el brindis

Llega la hora del brindis, y nunca está de más sorprender: sea para regalar un momento que amerite ser recordado o simplemente para disfrutar de una nueva sensación que reafirme los deseos que se formulan sin decir al momento de chocar las copas. Y lo bueno es que, en la Argentina, sobran las novedades en materia de burbujas, pues al explosivo crecimiento de la oferta de espumantes de factura local se le suma la llegada de espumantes del viejo mundo -cavas, proseccos y, también, champagnes-, que después de años de ausencia o de muy tímida presencia en nuestras góndolas, hoy vuelven a ofrecer una interesante variedad de etiquetas.

Empecemos por los cavas, espumantes españoles con denominación de origen, en su mayoría catalanes. La historia comienza a fines del siglo XIX, cuando algunas familias de viticultores de la ciudad de Sant Sadurní d'Anoia, al oeste de Barcelona, comienzan a implementar el método de segunda fermentación en botella -más conocido como método champenoise o método tradicional- para la elaboración de vino espumoso, es decir, para la generación de burbujas. Es 1872 el año que marca la primera producción de espumantes catalanes producidos mediante método tradicional, y de ahí en adelante entra a correr una historia que llega a nuestros días con una producción de más de 244 millones de botellas al año.

La Argentina ha experimentado en los últimos años un importante crecimiento en la importación de cavas (con un crecimiento interanual en su último registro del 100%), donde ya es habitual encontrar etiquetas reconocidas globalmente como Carta Nevada D.O. Semi Seco ($ 254) y Cordón Negro D.O. Brut ($ 286) de Freixenet, o el Anna Blanc de Blancs ($ 400) y el Selección Raventós Rosé ($ 515) de Codorníu-Raventos, e incluso novedades como el flamante y súper recomendable Barcelona Cuvée 1872 ($ 310).

¿Qué buscar en un cava? Elaborados con uva locales de nombre poco conocidos por aquí, como macabeo, xarel-lo o parellada (a veces con algún toque de chardonnay), estos espumosos ofrecen habitualmente una complejidad menor que sus acérrimos rivales, los espumantes franceses de champagne. De sabores y aromas frutales (manzana, pera) ligeramente neutros, los de mayor calidad ofrecen notas a pan tostado o levaduras...