Una Buenos Aires carbono neutral para 2050

Buenos Aires en 2050

Según los últimos informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, el calentamiento global para 2050 se encamina hacia +2,7ºC (y acaso más). Los intereses nacionales, el lobby del petróleo y la propia inercia del sistema económico y productivo no han permitido realizar las reducciones de emisiones de CO2 necesarias. En este sentido, la experiencia demuestra que los gobiernos subnacionales han sido más decididos y efectivos en avanzar hacia la sostenibilidad. California avanzó más que EE.UU.; San Francisco más que California; Dinamarca más que Europa; Copenhague, que asumió el reto de llegar a ser carbono neutral en 2030, más que Dinamarca.

Hay serias dificultades para avanzar en una agenda de ciudad sostenible: la inercia de los sistemas, las infraestructuras que ya tenemos, los proveedores del Estado, normas administrativas, costumbres adquiridas. Por otro lado, no podemos soslayar el recurrente voluntarismo de nuestras leyes, tantas veces centradas en objetivos, pero sin describir los mecanismos para alcanzarlos (ley basura cero, por ejemplo). Podría agregarse el costo económico, pero en verdad todo cuesta, incluso lo que se hace mal o a contrapelo de los principios sostenibles. El propio gradualismo de la mayoría de las iniciativas las ha hecho inconducentes. Si deseamos llegar a 0 emisiones en 2050 debemos encontrar mecanismos más drásticos, tanto técnicos como económicos, transformando una matriz sostenible en una conveniencia competitiva para las empresas y la ciudad. No es improbable que en poco tiempo los productos de exportación sean gravados por su huella de carbono, limitando nuestro acceso a mercados como la Unión Europea, que ya ha comenzado a hacerlo.

Apenas comenzado el siglo XXI , el urbanista y ensayista neoyorquino Michael Sorkin (que lamentablemente perdimos en 2020 por el Covid-19) propuso un ejercicio en el programa Autonomous New York que puede verse en la plataforma Terreform (https://www.terreform.info/nycss). Preguntaba cómo debería ser la ciudad de Nueva York para ser completamente autónoma en agua, energía y alimentos. Era un ejercicio de imaginación que podemos calificar de ingeniería inversa.

Propongo aplicarlo a Buenos Aires: no pensar en qué es posible ahora, sino en qué debiera haber sucedido para que en 2050 Buenos Aires fuera una ciudad neutral en carbono, verdaderamente autónoma. Ese enfoque tiene la ventaja de romper la inercia y los vicios instalados, postergando la...

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