Y un buen día Patrick Modiano perdió por un rato la timidez

En 1969, cuando se difundió la noticia de que Samuel Beckett había obtenido , Jérôme Lindon, su editor francés, le mandó al autor un telegrama escueto: "Queridos Sam y Suzanne: a pesar de todos, le dieron el Nobel. Les aconsejo que corran a esconderse. Abrazos". Beckett obedeció. Se refugió en Túnez, primero, y en Portugal, después. Tampoco asistió a la entrega, cuyo protocolo cumplió Lindon. No se puede decir que la noticia del premio haya sido tan catastrófica para como lo fue para Beckett, pero de todos modos el autor de El lugar de la estrella habrá jugado un poco con la posibilidad de la huida. El pánico apenas disimulado en su cara, durante la conferencia de prensa posterior al anuncio del Nobel en octubre, lo decía todo. Para un tímido, los premios no son nunca una buena noticia.

Tras agradecer el honor concedido ayer en Estocolmo ante la Academia Sueca -junto con los otros diez distinguidos con un Nobel-, las primeras palabras de Modiano consistieron justamente en excusarse por su timidez. "Es la primera vez que hablaré ante un público tan numeroso y eso me provoca cierta incomodidad. Tiende a creerse que para un escritor es natural disfrutar de momentos así. Pero el novelista es mejor escribiendo que hablando." Esa incomodidad no le impidió presentar un texto que demandó casi cuarenta y cinco minutos.

Modiano se mostró perplejo. "El anuncio del premio me parecía irreal y nada me interesaba más que saber por qué me habían elegido." El origen de la perplejidad está en la obra misma. Un premio fija la obra en un momento: después de todo, se premia lo hecho. Para Modiano, no hay nada "hecho" en el sentido definitivo de lo concluido. La obra es, para él, una "larga fuga hacia adelante". "A punto de terminar un libro, ya se siente cómo empieza a separarse de uno. [...] Se tiene en ese momento un gran vacío. También una especie de insatisfacción [....]. La insatisfacción y la sensación de algo inacabado impulsa a escribir el próximo libro. A medida que pasan los años, los libros siguen y los lectores hablan de una obra. Pero la sensación última es que no era más que una prolongada fuga hacia adelante."

Un hijo de su tiempo

"Soy como todos los nacidos en 1945: un hijo de la guerra, y más concretamente, dado que nací en París, un hijo que nació en el París de la ocupación. Quienes vivían en París querían olvidar...

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