La brutal ensoñación de Kicillof y la Presidenta

Encandilada por las , Cristina Kirchner está produciendo una gran innovación: por primera vez desde 2003 la totalidad del empresariado enfrenta una decisión del Gobierno. Mañana, en la sede de la , se reunirá el Grupo de los Seis, del que participan las principales cámaras del país, para oponerse a la sanción de la ley de regulación de las relaciones de producción y consumo.La novedad se debe a que se propuso llevar la intervención del Estado sobre las empresas a una frontera no alcanzada en estos años. El kirchnerismo se venía conformando con controlar los precios finales de bienes y servicios. La nueva "ley de abastecimiento" pretende regir "todas las etapas del proceso económico". De modo que ahora no hay compañía que no quede sometida a la vigilancia oficial.Otra peculiaridad: también por primera vez, un funcionario puede obligar a una firma a producir a pérdida una mercancía. La tercera variación es la aplicación de multas que pueden alcanzar el triple de la ganancia irregular de tal o cual empresa, calculada por quien aplica la multa. En consecuencia, los funcionarios pueden disponer la quiebra de una compañía con sólo incrementar su pasivo a través de penalizaciones.Kicillof propone inaugurar otro régimen económico en el que la iniciativa privada sea sustituida por las decisiones de un burócrata. Su ley es brutal: no define las restricciones o sanciones con parámetros objetivos, sino que las hace depender de la sensatez de los funcionarios. Los subsidios se adjudicarán "cuando sea necesario". Y un empresario puede ser castigado si intermedió "innecesariamente", si vendió o produjo menos "sin causa justificada", si acaparó stock "más de lo necesario" o si obtuvo ganancias "abusivas". Misericordioso, el ministro advirtió que no incluirá sanciones penales. Ni falta que hace: el Gobierno ya desenfundó la ley antiterrorista.Kicillof vive una ensoñación. La colocó a sus pies la gran maquinaria peronista para que él ponga a prueba su tesis más controvertida: la que afirma que la Unión Soviética fracasó por un déficit de software. Para esta concepción, la inflación y la recesión no se deben a un desequilibrio impersonal de las variables económicas, sino a la perversidad constitutiva del mercado. El precio, para Kicillof, no es el resultado de la oferta y la demanda. Es el lugar donde se libra la lucha de clases. Donde el poderoso se apropia de la plusvalía del oprimido. Por lo tanto, es imposible que haya precio justo. Salvo que intervenga el Estado. En...

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