El Brasil de la Nueva Política

AutorJuan Arias

El nuevo Brasil nacido tras las protestas

Los brasileros han renunciado a ser tratados como adolescentes y ansían hacerse cargo de su destino, lo que abre una tercera vía electoral.

Aporte de la Revista: ¿Y si esto sucediese en Argentina?

Hace cuatro meses, antes de la protesta popular que de forma inesperada surgió en todo el país, Brasil era uno. El de hoy es un Brasil diferente. El de antes de las manifestaciones, cuya gota que colmó el vaso fue la subida de 20 céntimos en los transportes públicos, era el país que rezaba en eslóganes acuñados por gente anónima: “Éramos infelices felices y no lo sabíamos”.

Era el Brasil satisfecho consigo mismo; el Brasil envidiado mundialmente por sus conquistas económicas y sociales, el que el carismático Lula da Silva definía con aquella famosa frase de “nunca antes en este país”. Y era verdad en parte, porque los brasileños comenzaron a vivir mejor, con mayor renta, sin angustias de desempleo; respetado internacionalmente; democrático y con total libertad de expresión.

En un Brasil así, que había pasado de sufrir el complejo de perro callejero a ser la sexta potencia económica del planeta, no tenía lugar el movimiento de los indignados que ya incendiaba otros lugares del mundo.

Era un Brasil en permanente luna de miel.

¿Y hoy? Brasil es diferente. Hoy existe una toma de conciencia generalizada de que la inflación está alta, el país crece poco, las familias están endeudadas y el gasto público sigue disparado. Los brasileños, tanto los de la clase media clásica que viaja más que nunca al exterior, como la nueva clase emergente salida de la pobreza, han perdido ahora el miedo reverente a protestar. Y eso es nuevo.

Las manifestaciones masivas de hace cuatro meses no se han repetido de aquella forma, gracias también a los grupos de violentos que se introdujeron ellas, pero el fuego ha seguido encendido y cientos de manifestaciones menores han tenido lugar en todo el país, esta vez más sectoriales, menos etéreas y más concretas. Como la última de días atrás de los profesores de Río de Janeiro que, después de muchos años de silencio, llevan un mes de ruidosas protestas. Con ellos se han solidarizado más de 50.000 personas que han paralizado la ciudad.

Desde hace cuatro meses los políticos locales no tienen paz. La gente invade las asambleas regionales y exige participar en las decisiones de los mismos. Y eso también es nuevo.

Los políticos brasileños entendieron enseguida que el movimiento de protesta...

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