El bodegón irreverente que se instaló en una fábrica abandonada y se convirtió en un nuevo clásico

"Nuestros platos son poderosos, no son obras de arte conceptuales, acá se viene a comer. No hay vueltas al asunto", declara alto y fuerte Julián Mazzeo desde el mostrador de La Pulpería del Cotorro .

"La idea es que vengas y comas fuerte. Decimos que nuestros platos son para compartir, pero nos gusta pensar que son para una persona que le gusta comer muy bien", advierte Mazzeo. La Pulpería del Cotorro se ha convertido en un nuevo clásico . Una legión de clientes la elige por el menú y su original propuesta. "Más allá de la comida casera, reflejamos un ambiente casero", acuerda Mazzeo.

La esquina fue un establo y luego una fábrica

Cada bodegón muestra sus banderas más emblemáticas, aquellas que definen su historia. "Tenemos dos caballitos de batalla", advierte emocionado Mazzeo: la milanesa "Endemoniada" y "El nido del cotorro" . La primera es una interpretación abierta de una napolitana con carne fileteada con hierbas y salsa de hongos. El segundo, se sirve en una cazuela de barro bien caliente con un colchón de papas, mozzarella, cordera voladora (carne en hebras), aceitunas y un huevo frito que corona el épico plato. Va acompañado con un chopp. Todo a $950.

Mazzeo muestra orgulloso sus mejores platos

La Pulpería del Cotorro es uno de los 50 templos gastronómicos que participan esta semana de "Pintó Bodegón" , una iniciativa impulsada por BA Capital Gastronómica , con la colaboración de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC) que incluye a los principales bodegones de la ciudad de Buenos Aires que ponen lo mejor de su menú a un precio promocional desde hoy y hasta el 22 de abril.

Pulpería del Cotorro, uno de los 50 templos gastronómicos que participan de "Pintó Bodegón"

"Somos una evolución de los bodegones tradicionales", aclara Mazzeo. No hay que temer: rescatan lo mejor de aquellos legendarios y que constituyen un mapa sibarita que recorre toda la ciudad. "Mantenemos las costumbres, pero no nos quedamos con lo clásico, le ponemos nuestro sello", afirma.

La idea es crear un ambiente agradable para compartir una buena comida

Abrieron en 2011 en una "esquina moribunda" de Parque Patricios y rápidamente se hicieron virales por las leyendas que a diario escriben en un pizarrón en la entrada . Fácilmente reconocibles, forman parte del inconsciente colectivo de Instagram. En cuarentena debieron mudarse pero a solo media cuadra. La magia siguió intacta. "Estamos en lo que era un establo del 1900, y luego una fábrica...

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