Boca saca más ventaja que nunca cuando queda poco

Boca es un líder que marca y hace la diferencia. En la cancha y en las posiciones. La cima no le es desconocida. La ocupó en 19 de las 26 fechas. Alguna vez fue compartida con River, allá lejos en el tiempo. Más acá, el doble comando en la punta fue con San Lorenzo. Hasta que hace dos semanas la recuperó en soledad en el Monumental, nada menos. Fue una reconquista que parece tener una onda expansiva muy positiva. Porque le siguió un triunfo ante Argentinos que tuvo en la fractura que provocó Tevez un posible factor perturbador. A veces el victimario queda afectado por el daño que le ocasiona a la víctima y se desenfoca de sus objetivos. No fue el caso. Ayer Boca consiguió una rotunda goleada y se cortó solo en la punta, con una diferencia de cuatro puntos sobre el segundo (San Lorenzo), la mayor ventaja que pudo sacar sobre un perseguidor en todo el torneo.

Este equipo de Arruabarrena está acostumbrado a ganar, pero el 3-0 sobre Banfield no fue un triunfo más. Porque tomó distancia de otros éxitos ajustados, con producciones irregulares y algunas dudas. Venció de principio a fin a un rival de cuidado, que llegaba en un buen momento anímico y con el cartel de invicto que tenía la gestión de Claudio Vivas (cuatro victorias y dos empates). Boca lo quebró de entrada y lo liquidó a partir de la expulsión de Yeri (11 minutos del segundo tiempo), pero once contra once también había desplegado su superioridad.

El plan de Banfield se hizo trizas enseguida. La idea de que Domingo fuera un tercer zaguero central, entre Bianchi Arce y Vittor, para controlar de cerca a Calleri, quedó sin efecto en poco tiempo. Boca percutió por derecha, a las espaldas del adelantado Civelli, una vez, dos veces. A la tercera, cuando se iban a completar los primeros 180 segundos de juego, encontró el gol. Tuvo algo de fortuna porque la deficiente tijera de Calleri se transformó en una habilitación para la definición de Peruzzi. Pero la jugada retrató el espíritu de Boca: decisión, circulación rápida, jugadores que aparecían por sorpresa, como lo fue que un lateral incursionara en zona de un delantero.

Boca salía como un tiro para usufructuar el bache que un día antes había tenido San Lorenzo. Se motivaba con esa posibilidad, en vez de quedarse en lamentos por las bajas de Gago, Pérez o Meli. Con un 4-4-2, Boca fue más simétrico, ocupó bien los espacios, estableció supremacía por control de la pelota y despliegue, y no se dejó sorprender. Hay veces que la adversidad...

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