En La Boca, recuperan el transbordador que unía a los vecinos de la ribera del Riachuelo

Un rato antes de que el puente vuelva a ponerse en marcha sobre las aguas del Riachuelo tras casi seis décadas de permanecer dormido, representantes de las únicas ocho estructuras similares que hay en todo el mundo se reunirán en para definir la presentación que harán ante la Unesco con el objetivo de que los gigantes de hierro sean considerados Patrimonio Histórico de la Humanidad.

"Cada transbordador tiene su importancia particular. El nuestro, el de La Boca, no sólo es el corazón del barrio, sino que también representa al puerto y la industria y, por ende, al desarrollo del trabajo que le dio vida a esta zona", expresó Gabriel Lorenzo, director ejecutivo de la ONG Fundación X La Boca, entidad que organizó el Congreso Internacional de Puentes Transbordadores.

El encuentro se desarrollará mañana, desde las 9, en la Usina del Arte. Allí, se esperan representantes de España, Alemania, Francia, Reino Unido y la Argentina para cerrar los detalles de la solicitud que harán ante la Unesco para que los transbordadores sean resguardados como patrimonio mundial, lo que aseguraría su mantenimiento.

Fueron construidos 20 transbordadores en todo el mundo, pero sólo ocho siguen en pie. Algunos con fines turísticos y otros, de uso regular. El de La Boca es el único exponente que queda en América. Además, hay uno en España que es el más antiguo de todos, el Vizcaya; tres en el Reino Unido (en Newport, Middlesbrough y Warrington); dos en Alemania (Osten Hemmor y Rendsburg-Osterrönfeld), y uno en Francia (Rochefort-sur-Mer).

En 1999, el puente transbordador de La Boca y sus dos riberas fueron reconocidos como una unidad de identidad sociocultural y se lo protegió como monumento histórico nacional.

De vuelta a la vida

Mañana, el transbordador de La Boca despertará de su largo letargo. La barquilla colgante volverá a cruzar el Riachuelo como solía hacerlo en las primeras décadas del siglo XX, cuando servía como medio de transporte para los trabajadores que se movilizaban entre la ciudad y la isla Maciel, en Avellaneda. En ese entonces podía trasladar 30 individuos y unos cuatro rodados.

Un grupo de vecinos, elegidos de manera aleatoria luego de inscribirse en un formulario del gobierno porteño, tendrán el privilegio de viajar por la historia. El traslado dura, aproximadamente, cuatro minutos de ida y otros tantos para la vuelta.

Cuando el puente dejó de funcionar, en 1960, su figura se volvió fantasmal. Parecía congelado, como en una foto. El paso del tiempo...

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