En La Boca y Avellaneda, emoción y tristeza en el último adiós a los caídos

La sirena comenzaba a sonar en el barrio de La Boca. El sonido aturdía. Pero no era un llamado de auxilio, no había corridas a las autobombas. http://www.lanacion.com.ar/1661829-el-arzobispo-mario-poli-despide-a-los-bomberos-heroesfrente al destacamento Bomberos Voluntarios Vuelta de Rocha, 50 hombres y mujeres homenajeaban a las nueve víctimas de la tragedia de Barracas, entre ellas a su compañero Sebastián Campos. La emoción del acto provocaba escalofríos entre los presentes.http://www.lanacion.com.ar/1661818-vecinos-despidieron-con-aplausos-a-los-bomberos-que-murieron-en-barracasderecha alzada para el saludo, los bomberos se conmovían. Algunos perdían la vista en el primer piso del cuartel, donde desde la noche del miércoles eran velados los restos del joven de 33 años que prestó servicios en esa institución durante más de la mitad de su vida. Otros intentaban retener las lágrimas, pero no podían evitar que el dolor se clavara en sus gargantas.Asomados en el cuartel, los padres, hermanos y allegados de Sebastián observaban con orgullo el acto que realizaban los bomberos."Lo vamos a extrañar mucho", dijo a LA NACION uno de los directores del destacamento Vuelta de Rocha, Sergio Velázquez. El ensordecedor ruido de la sirena duró sólo dos minutos, pero la conmoción que había en la intersección de Garibaldi y California era de tal magnitud que la alarma pareció durar una eternidad. Al finalizar el homenaje, que se repitió en los 770 cuarteles de todo el país, los bomberos se estrecharon en un fuerte abrazo y agradecieron a sus allegados.Al cuartel de La Boca llegaban decenas de arreglos florales enviados desde distintos puntos del país. Lo mismo ocurría con las delegaciones de bomberos. No dejaban de llegar más y más colegas para dar su apoyo en este difícil momento. "Hoy, más que nunca, tenemos que estar con nuestros compañeros caídos", enfatizó Carlos, oficial en el cuartel de Glew.Sobre la calle Garibaldi iban y venían hombres y mujeres que vestían uniformes azules y cascos. Entre ellos se mezclaban vecinos, familiares y desconocidos que sólo querían estar presentes. Tal el caso de María Teresa Lugones. La mujer se trasladó desde San Telmo para rezar por Sebastián. "Éstos son los hombres que tanto dan", dijo, muy emocionada, a LA NACION.Una de las personas que más se preocupaban para que la despedida del joven bombero y mecánico fuera perfecta era Marcos Herrera. Su ánimo parecía inmutable. Caminaba de un lado al otro. Y cuando se detenía, el dolor en su...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR