Blatter hoy: resignado a pasar a la historia como villano

ZURICH.- Joseph Blatter vivió por décadas convencido de tener mucho en común con Nelson Mandela, pero ahora, ante el ocaso definitivo, se siente bastante más cerca de Luis XVI y María Antonieta: espera la decapitación.

"Tiene la misma sensación que en 1789 en París. Está a horas de la guillotina", asegura a LA NACION Klaus Stoehlker, el hombre que manejó la última campaña electoral del suizo y que en los últimos meses lo asesora para salir lo menos perjudicado posible del enorme problema en el que está metido. Cualquiera podría pensar, y con bastante razón, que los hombros del suizo hace rato que no sostienen su cabeza, pero Blatter vio hasta hace muy pocos días las cosas de otra manera. Por un lado, porque hasta el año pasado siguió soñando con el Premio Nobel de la Paz, algo quizás esperable en alguien que siempre se sintió especial: no en vano vivía invocando a Dios en sus apariciones públicas. Por el otro, porque soñaba con la presidencia de honor de la FIFA, un despropósito para cualquiera que haya seguido los acontecimientos de los últimos nueve meses, pero no para el omnipotente Sepp. Finalmente se convenció de que sus sueños son ya imposibles. No cumplirlos, no ser presidente de honor, equivale para él a la guillotina.

Le costó lo suyo aceptar la realidad, porque apenas una semana atrás pensaba muy diferente. "Estoy seguro de que hay justicia en este mundo y de que no he hecho nada contemplado en el código penal", dijo en una entrevista con Martyn Ziegler, de The Times. "No maté a nadie, no robé un banco, no saqué dinero de ningún lado y hasta traté bien a mis ex novias. Es cierto. Me defienden. Una con la que estuve casado sólo unos meses realmente me está defendiendo".

Un Blatter típico, barroco y heterodoxo como tantas veces. El suizo, que está siendo investigado por la justicia estadounidense y la suiza por tres operaciones tan millonarias como sospechosas en el megaescándalo de la FIFA, está a la espera de la resolución final del comité de ética, ese que él creó y que ahora siente que lo traicionó. La resolución debía conocerse el viernes de la semana pasada, pero se fue postergando hasta hacerle imposible una apelación antes del congreso extraordinario que la FIFA celebra el viernes. Apelar el fallo ante la Corte Arbitral del Deporte (CAS) en Lausana se vuelve para él casi abstracto: ya no tiene margen para "limpiar" su nombre -suponiendo que la CAS le diera la razón en la apelación- antes de que la FIFA elija nuevo...

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