El bicoalicionismo cruje por las internas

La política argentina ofrece una composición sin precedente, que expone a diario su indisimulable fragilidad. El bicoalicionismo en el que ha quedado conformado el mapa transita sin demasiadas certezas y con muchos sobresaltos, en medio de las enormes dificultades económico-financieras y de la ausencia, aún, de progresos en cuestiones sustantivas.Los dirigentes con responsabilidades de gobierno tanto del oficialismo como de la oposición, articulados en los heterogéneos Frente de Todos y Juntos por el Cambio, deben hacer enormes esfuerzos para mantenerse juntos, ante las diferencias que asoman y los atraviesan.Las peleas internas de ambos partidos son el plus de incertidumbre que la política le suma a la economía.En los principales despachos de la Casa Rosada fue creciente y palpable el malestar interno que se percibió al regreso de Alberto Fernández de su gira europea. El fuego amigo se sintió con dureza. Ahora se espera que el largo encuentro que tuvo con Cristina Kirchner el viernes pasado encauce algunos desvíos ruidosos del curso oficialista, a los que la vicepresidenta había hecho su aporte y a los que no mostró disposición para ayudar a corregir. Tampoco en esto hay certezas. Al póquer se juega en varias mesas simultáneas. Y también hay torneos internos.La premisa originaria con la que Fernández se dispuso a transitar con su mentora y ahora vicepresidenta opera como un mandato. También, como un corset. "Nunca más me voy a pelear con Cristina", dijo y ha repetido desde que se amigaron y él fue ungido cabeza de fórmula.La nobleza y la utilidad del propósito de evitar enfrentamientos, sin embargo, pueden ser una limitante: así operan las cláusulas autoimpuestas y de cumplimiento unilateral. Todos los testimonios y los propios relatos del ahora presidente sobre la reconciliación con Cristina Kirchner expresan la voluntad de amigarse por sobre la de enfrentarse a crudas verdades. En el manual de las relaciones cristinistas no hay capítulos para las disculpas, el arrepentimiento o el sinceramiento. Tómalo o déjalo. Alberto eligió tomarlo. Él se define como un reparador.En cambio, el jefe del Estado fue claro y contundente con algunos colaboradores y dirigentes que lo contradijeron respecto de los políticos (oficialistas, claro) detenidos o procesados, revelaron altas fuentes cercanas al Presidente. La reprimenda, dicen, incluyó al primero de sus ministros que habló de la cuestión."Si creés que hay presos políticos, andá a Ezeiza y abrí las...

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