Una batalla diaria contra los efectos de la contaminación

Las casas de madera y chapa (aunque algunas parecen de cartón por su fragilidad) se erigen sobre montañas de basura, algunas casi cayéndose dentro de ese líquido espeso, verde e inmóvil que llaman Riachuelo, conformando la villa Inflamable, en Dock Sud, Avellaneda, una de las zonas más amenazadas del Gran Buenos Aires.A lo lejos, las inmensas chimeneas de las 42 empresas y fábricas que integran el Polo Petroquímico siguen siendo las amas y señoras de la postal, y las responsables de los tóxicos niveles de contaminación del aire, la tierra y el agua, en este territorio en el que habitan 1600 familias, en constantes riesgos para su salud y su bienestar general. Los problemas respiratorios, dérmicos y de contaminación en sangre son generalizados.En la villa no hay una adecuada recolección de residuos y la acumulación de basura a cielo abierto ha generado microbasurales que se localizan en diversas partes del barrio, incluyendo dos lagunas. A su vez, la falta de pavimentación y de calles transitables trae como consecuencia no sólo inundaciones y problemas para el tránsito en general, sino que en algunos sectores impide el ingreso de las ambulancias. No hay conexiones eléctricas adecuadas ni redes de agua seguras, lo que genera nuevamente riesgos a la salud. Tampoco hay un sistema de cloacas. Las familias están rodeadas de areneras e industrias que continúan desarrollando sus actividades, con el consecuente perjuicio que eso les trae a los vecinos de villa Inflamable.Florencia Galeano (17) persigue a sus hermanas Jasmín (4) y Lucila (5), que caminan descalzas por el barro y los charcos que rodean su casa. Allí, en las orillas del Riachuelo sobreviven junto a su grupo familiar de 15 personas en construcciones precarias, y sumamente inestables. Galeano, que acaba de tener una beba hace unos meses, dejó en primer año la secundaria, y hoy está haciendo los trámites para poder cobrar la Asignación Universal por Hijo (AUH). "Nos queremos ir cuanto antes. A los nenes les salen granos por la tierra. Cuando se inunda el pantano, se llena de agua fea la casa y nos afecta la piel. Cuando sale humo de las antorchas de las fábricas sentimos un olor feo a azufre. La mayoría de la gente se quiere ir, pero a nosotros no nos vino a ver nadie para hablar del tema", dice Galeano.Según un reciente estudio realizado por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) en la villa –entidad que trabaja codo a codo con las familias de la zona para mejorar su calidad de vida y...

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