En el barrio, nada nuevo

Si bien la novedad y el cambio suenan atractivos para las campañas políticas, cuando llega el momento de renovarse y cambiar, los intereses creados imponen su agenda de deterioro, óxido y descomposición.

El dirigente gastronómico Luis Barrionuevo, con la misma franqueza e impunidad con que afirmó que la Argentina podría crecer si se dejase de robar durante dos años, ahora le advirtió al actual gobierno que tanto Fernando de la Rúa como Raúl Alfonsín no habían terminado sus mandatos por haber "atacado" a los sindicatos. "Quienes le muerden la cola al león, terminan mal", fueron sus dichos.

En una directa alusión a las detenciones por corrupción y extorsión de los sindicalistas Omar Suárez, Juan Manuel Medina y Marcelo Balcedo, y a las investigaciones por lavado de dinero sobre Víctor Santa María y la familia Moyano, Barrionuevo pretende marcarle la cancha al gobierno nacional cuando este proyecta exigir declaraciones juradas patrimoniales a los capitostes gremiales y auditar los sindicatos y sus obras sociales.

Barrionuevo conoce bien las entretelas del poder en la Argentina. Sabe que el peronismo se apoya en la capacidad operativa de los sindicatos y los intendentes del conurbano, dueños y señores de la calle y de la caja. Sabe que esa gran y dispersa mayoría política, aunque se autodenomine renovadora y democrática, jamás le soltará la mano, pues, ahora que está fuera del gobierno, los habituales desvíos de fondos de la órbita sindical son más importantes que nunca para movilizar gente, captar voluntades y servir de pegamento para unir a los desunidos. El apoyo recibido por Barrionuevo por parte de La Cámpora, denunciando "aprietes" del Gobierno para doblegar a la dirigencia sindical, confirma esa presunción: el kirchnerismo prefiere colocarse del lado del león cuando llega el momento de pisar las colas.

En cuanto a la izquierda no peronista y otras vertientes del progresismo biempensante, prefieren mirar para otro lado antes que enrolarse en una cruzada anticorrupción liderada por el macrismo. En su silencio, demuestran optar por una táctica leninista, de alianza con la deshonestidad y sus operadores, como medio para cumplir con su estrategia final: el derrocamiento del actual gobierno democrático.

Paradojalmente, sus líderes participan en actos de violencia para evitar la reforma jubilatoria cuando saben perfectamente que la malversación de fondos sindicales y sus obras sociales, luego de la obra pública, son la principal fuente de...

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