Baltimore, una ciudad herida por la historia

BALTIMORE.- Entre , el inconfundible olor a neumático quemado y el omnipresente grito de los agentes que ponen orden, la ciudad representa por estas horas la nueva y triste foto de la dificultad de esta sociedad para enfrentar .

Pero con sus particularidades, difiere mucho de las que la precedieron en el drama en los últimos meses. Con sus 620.000 habitantes y su activo puerto -uno de los más importantes de la costa este del país-, tiene la actividad y la pujanza que no tiene la alicaída Ferguson, en la depresión del medio oeste.

Llegan aquí médicos de todo el mundo para estudiar en la prestigiosa Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, y el hospital del mismo nombre figura entre los más reconocidos del país. Es una ciudad activa, visitada por su famoso acuario, los partidos de béisbol de los Orioles y la gastronomía de sus famosos cangrejos.

Aun así, el drama de Baltimore se comprende antes de bajar del tren que la separa apenas una hora de Washington.

Su periferia de casas destruidas y abandonadas habla de un drama anterior: la ciudad fue saqueada hace medio siglo en los estallidos raciales que siguieron al asesinato del líder de los derechos civiles Martin Luther King y nunca logró reponerse del todo.

"Llevamos la herida desde entonces", recoge LA NACION entre quienes ayer por la mañana se congregaban cerca del lugar donde fue detenido Freddie Gray, el joven cuya muerte, mientras estaba bajo custodia policial, desató la peor de las iras. Una que necesitó del toque de queda y del "último recurso" de la presencia de la Guardia Nacional para mantener la calma.

Bajo la apariencia de prosperidad, Baltimore tiene profundos bolsones de pobreza y de discriminación. La historia de Freddie parecía sintetizarlos; negro, hijo de una heroinómana analfabeta, no frecuentó el colegio, tenía numerosas entradas en la policía y dos años en la cárcel.

Su principal esperanza de prosperidad estaba en manos de un abogado: el que promovió la demanda de su familia contra el dueño de la casa en la que vivían.

La vivienda estaba construida con materiales contaminantes y hay toda una industria legal detrás de las enfermedades que eso produce. Se lo llama "cheques de plomo", por uno de los materiales que producen el mal.

La ecuación es simple: a mayor enfermedad, mayor indemnización, y con eso, mayor esperanza de salir de la pobreza.

No es, precisamente, la foto más feliz del...

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