: el ballet de la muñeca y otros anzuelos de la danza para 'pescar' a los más chicos

Como El Cascanueces, la historia que narra el ballet Coppelia está basada en un cuento de E.T.A. Hoffmann publicado hace 200 años, El hombre de arena. Uno y otro, con sus muñecos que cobran vida y ocupan un lugar central en el relato, tienen por origen la macabra literatura del escritor prusiano, aunque aquella oscuridad siniestra que luego tanto interesó a Freud se pierda en el camino de la adaptación para crear estas dos obras centrales del repertorio de la danza clásica. En la receta de ambas, claro, hay una lista de ingredientes que atrae especialmente a los chicos y, por eso, no hay mejor oportunidad para abrir a los verdaderamente "nuevos públicos" las puertas de la danza. La temporada 2018 del incluye ambos títulos.

Gran comedia, Coppelia (con música de Delibes, se estrenó en París en 1870, el mismo año en que murió su coreógrafo, Saint-León) se repone hoy en versión del cubano Enrique Martínez, con producción de la casa y tres repartos íntegramente formados por bailarines del Estable. Trata el romance entre los aldeanos Swanilda y Franz, interferido cuando el misterioso inventor Coppelius pone en juego a una de sus más bellas creaciones: la muñeca Coppelia. Inmersa en la lectura de un libro, desde el balcón la figura femenina atraerá a Franz hasta la mansión-taller donde el viejo hombre de gris buscará sacarle el alma (este personaje comparte varios rasgos con el "Hombre de Gris" de otro cuento alemán, La maravillosa historia de Peter Schlemihl, en la que se basa , también en cartel). El engaño será efectivo solo por un rato, porque una vez más lo que parece ser una cosa será otra y la alquimia del viejo no logrará imponerse al amor de la joven pareja. Sí, en el tercer acto, habrá boda y final feliz.

La compañía que dirige hará siete funciones de la obra integral y una más para el ciclo Colón en Familia, que propone una adaptación infantil. Esta versión –también con espectáculos para escuelas–, dura una hora y suprime el segundo acto, cuya trama recupera el narrador de la puesta. Justamente en esa parte la acción se traslada al taller de este particular "doctor" de muñecos: Swanilda ingresa en la mansión y toma el lugar de Coppelia para desbaratar el engaño mayor.

Que las entradas de la única fecha "para chicos" estén agotadas no tiene que leerse como una mala noticia (es una señal de éxito de la que el Colón debería hacerse eco a futuro): cualquiera de todas las funciones programadas es un puente seguro para que los chicos...

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