Ballet en el menú de hoy

Aunque a veces ocurre que los bailarines estiman más un ballet por las mayores posibilidades para desplegar la brillantez de su arte, lo cierto es que dentro de la creación sonora concebida para esa finalidad el nivel de lo puramente sinfónico puede ir de lo realmente inferior (como calidad musical) a lo genialmente creativo. Esta diferencia cualitativa no impide tampoco el éxito constante y la vigencia de los espectáculos, cualquiera sea el valor de su música. Como no es mi intención molestar a coreógrafos, bailarines y a los tantísimos adeptos a gozar con la danza, no nombro a qué obras musicalmente paupérrimas me refiero. Vivamos en paz, cada cual con su gusto, sobre todo en momentos en que tenemos tantas otras cosas preocupantes en estos próximos meses.Si es cierto que el ballet en su acepción habitual de espectáculo, en el cual el ritmo de la música se transfiere hacia un movimiento espacial que expresa una cierta concepción o sentimiento del mundo, puede ser rastreado en orígenes tempranos, lo real es que, como actividad artística autónoma, se define especialmente en el estilo barroco y el rococó franceses en las fastuosas cortes de Luis XIV y Luis XV, donde fue tarea de Lully y Rameau elaborar su gran repertorio, asimilado luego en el siglo XIX por Rusia, cuya mayor gloria alcanzó en la segunda mitad de esa centuria a través de la...

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