Los aztecas que enseñaron latín

AutorSofía M. Carrizo Rueda
CargoInvestigadora Principal del Conicet - Profesora Titular Ordinaria de “Teoría y análisis del discurso” en el Departamento de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Argentina.

Las polémicas que atraviesan los siglos XVI y XVII, a favor o en contra de la enseñanza del latín a los pobladores originarios del continente americano, se integran en una problemática mucho más amplia. El dominio de la lengua latina era en primer lugar, la herramienta indispensable para acceder sin ninguna limitación, a la totalidad de la cultura de occidente. Pero por añadidura, constituía la llave que permitía el ingreso en las órdenes religiosas. Por ello, el conocimiento del latín por parte de los “naturales” de las tierras recién descubiertas -como los designan los documentos-, implicaba la posibilidad de que recorrieran todo ese camino hasta el final, en un plano de completa equiparación con los europeos.

Los testimonios se pueden distribuir en dos grandes grupos: por un lado, las actividades y opiniones de los españoles respecto al acceso de las poblaciones americanas a lo que constituía la “enseñanza superior”, y por otro, las actitudes de éstas mismas ante tal posibilidad.

Los documentos del primer grupo son de fecha muy temprana. En 1523, el franciscano Pedro de Gante, alojado por el noble azteca Ixtlixochitl, abrió en el mismo palacio de su anfitrión, un colegio para enseñar a un grupo de jóvenes naturales, doctrina cristiana, castellano y gramática latina. Poco después, en 1525, el contador Albornoz solicitaba que se fundara un colegio para formar sacerdotes indígenas, y manifestaba, "aprovechará más el que de ellos saliere tal y hará más fruto que cincuenta de los cristianos para atraer a otros a la Fe". No son voces aisladas sino que estaban en consonancia con la preocupación por la educación de los pueblos originarios que mostraba la orden franciscana, reflejada por ejemplo, en esta carta del obispo Zumárraga:

"La cosa en que mi pensamiento más se ocupa y mi voluntad más se inclina y pelea con mis pocas fuerzas, es que en esta ciudad y en cada obispado haya un colegio de indios muchachos que aprendan gramática por lo menos".

Cuando se hablaba de “gramática” se entendía que era la latina, y tales preocupaciones eran avaladas por la corona porque una Real Cedula del 9 de noviembre de l526, ordenaba que veinte hijos de indios principales fueran enviados a España para que, educados en los mejores monasterios y colegios, regresaran a transmitir a sus comunidades los conocimientos adquiridos. Y en otra cedula real de 1536, dirigida a Zumárraga, autorizando la fundación del Colegio de Tlatelolco, dice el Emperador:

"Mucho he holgado de lo que decís, que yendo a examinar la inteligencia de los niños hijos de los naturales de esa tierra, a quienes enseñan gramática en los monasterios, hallásteis muchos de gran habilidad y viveza de ingenio y memoria aventajada".

Merecen también destacarse documentos como el redactado por el teólogo español Alfonso de Castro, que refleja asimismo, el pensamiento de otros como Francisco de Vitoria, Andrés Vega y Luis de Carvajal, que constituye una encendida defensa del derecho de los naturales a ser instruidos en los misterios mas elevados de la teología cristiana. El latín era el medio imprescindible para llevar adelante tales propósitos.

La fundación de colegios constituyó un paso fundamental en la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR