El azar

Paul Auster juega en su última novela, 4 3 2 1, con las distintas posibilidades que tiene una vida. Imagina para su criatura destinos diferentes de acuerdo con cómo caigan los dados. Somos, en cierto sentido, fruto del azar. Un acontecimiento fortuito modifica el porvenir, como lo ilustraba Woody Allen en aquella magnífica escena de Match Point en que una pelota de tenis estaba suspendida sobre la red a la espera de que el destino la hiciese caer a uno u otro lado. La imagen que tenemos aquí retrata a un hombre sentado frente a una pirámide (en el mundo antiguo fueron muchas veces creadas para rendirle culto a un dios) en apariencia...

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