Aviones y micros: por qué se paga más y se viaja menos que antes de la pandemia

La cantidad de pasajeros en los aviones está lejos del nivel previo a la llegada del Covid

Las incongruencias en las políticas públicas de este cuarto gobierno kirchnerista ya son moneda corriente en la discusión pública . Las hay en todos lados, también en el mundo del transporte y el turismo . Aquí un ejemplo. "La Argentina no es un lugar donde los turistas compran dólares para viajar y hacen subir eso que se llama dólar blue ", dijo en la última semana el presidente Alberto Fernández, en el lanzamiento del plan de obras públicas llamado "Argentina Grande". Estaba junto al jefe de Gabinete, Luis Manzur, y al ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, en el Museo del Bicentenario de Casa Rosada, y tal como son los actos presidenciales de estos días, había atmósfera controlada.

Mientras el mandatario hablaba, ese día Aerolíneas Argentinas se gastaba sus dos millones de dólares diarios, que, como mínimo, necesita para vivir. Ese día, además, la línea aérea de bandera vendía pasajes o despachaba pasajeros a lugares turísticos del exterior, como Punta Cana, Cancún o Miami que, sumados a Roma y Madrid, son los únicos destinos internacionales más allá de América del Sur. En cada vuelo a esos destinos turísticos vuelan centenares de argentinos con sus tarjetas, a gastar al precio del dólar turista. Y vienen extranjeros que llegan con sus billetes contantes y sonantes para venderlos en el mercado informal y lograr más pesos por cada uno.

Esa operatoria es normal en cualquier lado del planeta: ahorrar y viajar. Pero en la Argentina ese movimiento básico es condenado por el Presidente. La paradoja, claro, es que la empresa que sostiene el Estado con dos millones de dólares diarios es un verdadero exportador de dólares al extranjero. Pero nadie se detiene a escanear que lo que se diga sea congruente con lo que se hace. Menos aún, Fernández.

Las vacaciones de invierno argentinas volvieron a mostrar varios fenómenos económicos que se esconden detrás de una aparente sensación de éxito invernal. El primero es que la oferta de aviones y ómnibus de larga está aún muy por debajo de los niveles de 2019, el último año comparable antes de la pandemia. Se achicaron las opciones de vuelos, desaparecieron servicios de micros y creció la incomunicación dentro del país.

El otro fenómeno tiene que ver con la conducta de las familias. El peso se devalúa y las conductas de los que tienen algunos pesos en el bolsillo es correr a gastarlos.

Eso, más el consumo de turismo postergado por los años de pandemia, llevaron a que se genere esta sensación de movimiento pleno. Pero los números no mienten. Y mal que le pese al Gobierno, todo está muy por debajo del último año de la "Revolución de los...

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