Una aventura darwiniana

Cuando el explorador Charles Darwin llegó en 1833 a Puerto Deseado, en Santa Cruz, se sorprendió por la desolación de la Patagonia y el inmenso territorio virgen por descubrir. En su diario de viaje escribió: No creo haber visto jamás un lugar más alejado del resto del mundo que esta grieta de rocas en medio de la inmensa llanura.Cualquier turista que visite hoy este lugar tiene una sensación parecida. Como en el siglo XIX, aún queda mucho por explorar en Puerto Deseado, en la costa atlántica santacruceña, donde los visitantes más frecuentes son los pingüinos Magallanes, los lobos marinos y las toninas overas, entre otras especies.Pero a pesar de la desolación hay signos de tiempos de mayor actividad, como en los miradores de Darwin, aquel lugar donde escribió la citada observación y desde donde se ve el puesto de Cerro del Paso, o Cerro Pancho, abandonado a la orilla de la ría que tanto identifica a Puerto Deseado. Allí hubo alguna vez una fuerte actividad comercial, sobre todo portuaria, aunque hoy cueste imaginarlo.La ría, un cauce de río seco invadido por agua de mar, es uno de los principales atractivos turísticos del pueblo costero, única en su especie en América del Sur, con un recorrido de 42 kilómetros. Su navegación es una de las actividades más recomendadas para hacer apenas se llega a esta ciudad.Desde los miradores de Darwin se ve la profunda huella que dejó el Río Deseado, que se puede recorrer en gomones semirrígidos por el cañón o haciendo trekking, desde los miradores hasta el cauce. La excursión por agua dura siete horas; por tierra, cuatro.Un barco llamado deseoLa historia de esta ciudad se remonta a 1520, cuando Hernando de Magallanes descubrió la ría, a la que llamo bahía de los Trabajadores, en su intento por encontrar una salida hacia el Pacífico. El actual nombre de la ciudad se le debe al navegante inglés Thomas Cavendish, que en 1586 llegó a bordo de una embarcación llamada Desiré.Hoy, según sus autoridades, la ciudad intenta seguir un modelo turístico similar al de Península Valdés, destino con el que de hecho guarda muchas similitudes en cuanto a flora y fauna. La Reserva Natural Ría Deseado, en la entrada de Puerto Deseado y delimitada por la totalidad de la ría, protege las costas, islas e islotes y un sector de la estepa patagónica. Y es un buen lugar para hacer avistamiento de aves y fauna marina. Los tours suelen realizarse en compañía de toninas overas, uno de los delfines más pequeños del mundo, mientras que los pingüinos...

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