Artistas enamorados: diferentes maneras de compartir vida y obra

Para un artista no hay . O al menos eso parece cuando se ve la cantidad de parejas integradas por pintores, escultores, fotógrafos, de todas las edades y de todos los estilos: Siquier y Strada, los Mondongo, Gómez Canle y Guerrieri, Ballesteros e Iriart, Vinci y Dogliotti, Gómez y Peralta, Canzio y Arnaiz, Erlich y Paiva, Aranovich y Gualdoni, Peisajovich y Dubner, De Sagastizábal y Banchero, Bastón Díaz e Isdatne, Doffo y Gibello, Kaplan y Dal Verme, por nombrar algunos rápidamente. Más bien, la excepción parece ser el caso de Marta Minujín, que lleva 50 años junto a Juan Gómez Sabaini, un economista de traje y corbata con el que se casó en secreto a los 16 años.

Hace un par de años, la galerista Alejandra Perrotti reunió para una muestra 32 duplas. "Es maravilloso cómo se fusionan las imágenes y dialogan entre sí, se percibe la convivencia, la empatía y la vida en común", dice. De Diego Rivera y Frida Kahlo a esta parte, las historias apasionadas, creativas o turbulentas han sido la regla. "La primera pareja de artistas argentinos de la que tengo recuerdo es la de Rogelio Yrurtia y Lía Correa Morales. Él, un gran escultor; ella, pintora extraordinaria. Luego, me viene enseguida a la cabeza la pareja de Raquel Forner y Alfredo Bigatti, también escultor y pintora", dice Laura Malosetti Costa, doctora en Historia del Arte. Y más acá en el tiempo, a propósito de San Valentín, que se celebra el sábado 14, vemos que el tándem de amor y arte no pasa de moda.

"Mi mamá y mi papá eran pintores y tengo recuerdos desde los tres años de verlos trabajar en talleres contiguos", recuerda Duilio Pierri. "Nosotros compartimos taller desde el día en que nos conocimos", acota Maggie de Koenigsberg, con quien repitió la historia y crió cuatro hijos (de matrimonios anteriores) dedicados a diferentes ramas del arte. Quizá por la vida compartida, justamente porque son almas afines, la obra de cada uno está hermanada con la del otro en una misma paleta de colores. Tienen idéntico tono vibrante, aunque lo apliquen a diferentes temas.

De vacaciones, Duilio y Maggie van de la pintura a la lectura, matizando largas charlas y caminatas. "Mis padres eran coleccionistas y galeristas, así que siempre se habló de arte en la familia de los dos. ¡Y eso es genial! Nos apasionamos, coincidimos y discutimos por un color, un paisaje o un estilo. Y todo lo que hacemos es en función del arte: los viajes, los proyectos, el futuro", comparte Koenigsberg. "La experiencia de vivir y...

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