Arte: tiempo de descuento

Esta nota comienza exactamente donde terminó el texto del arquitecto Fabio Grementieri publicado en estas páginas pocos meses atrás. Colaborador apasionado en la recuperación de Villa Ocampo, especialista en patrimonio, laureado internacionalmente, Grementieri advertía el peligro que entrañaba la decisión de la Unesco de "alejarse" del lugar por razones presupuestarias, y, seguramente, por otras prioridades. Lo cierto es que, al retirarse, el organismo internacional en quien había confiado Victoria Ocampo el cuidado de su legado para mantenerlo lejos de intereses partidarios y políticos ponía fin también a la gestión virtuosa del director ejecutivo Nicolás Helft. Músicos, actores, escritores y poetas desfilaron por la calle Elortondo para cumplir con un programa destinado a la comunidad toda.Rodeada de añosos árboles, pero también cargada de recuerdos y de sentido por el valor simbólico y la historia que en ella supo tejer la escritora, mecenas y editora, Villa Ocampo vuelve al limbo de los interrogantes.Es tiempo de retomar el proyecto que impulsara la Municipalidad de San Isidro hace diez años y que quedó trunco. Se trataba de presentar a Villa Ocampo para ser incluida en la Lista de Patrimonio Mundial, una consagración que tiene consenso argentino y, no lo dudo, latinoamericano.De esta manera rubricaba su comentario Fabio Grementieri y al hacerlo colocaba los puntos sobre las íes acerca de la necesidad de crear un marco legal que brinde protección definitiva al conjunto. Ejemplo tangible de nuestra identidad en un momento bisagra, ese entorno familiar fue el escenario de una existencia excepcional hasta su muerte, en 1979. En 1973, 40 años atrás, donó la propiedad a la Unesco, con la intención de salvarla "de los vaivenes políticos". Según los bien informados, no es tradición de la Unesco recibir propiedades bajo su tutela, pero esta excepción lleva demasiado tiempo aceptada para ser ignorada.Las casas de Victoria fueron la expresión de un estilo. Una manera de ser. Un gesto. Como la audaz empresa de encargar, nada menos que a Alejandro Bustillo, el gran arquitecto del Beaux Arts y de la piedra París, una casa racionalista en pleno Barrio Parque, territorio de embajadas y palacios particulares.Pocos días atrás, una fría tarde de otoño, cuando se hace temprano de noche, Nicolás Helft recibió a los amigos, vecinos...

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