: el 'arte' del interrogatorio según el país del acusado

La decisión de Netflix de afianzar sus series originales en la idiosincrasia de diferentes países donde conquista consumidores ha conducido a los creativos de la compañía a un ingenioso experimento. Tomar un género popular como policial, un formato estándar como el interrogatorio, un único escenario de dos habitaciones contiguas separadas por un inmenso vidrio espejado, y tres sospechosos de un delito sometidos a una exhaustiva entrevista por parte de un equipo de investigadores. Bajo esa premisa, los creadores Jim Field Smith y George Kay situaron la acción en cuatro países europeos -Inglaterra, España, Francia y Alemania-, en los que se recrean, con equipo de directores y guionistas de cada lugar, tres historias de la serie marco: Criminal.En sus doce episodios, esta miniserie conserva la misma apariencia. Los créditos se presentan en letras de imprenta inmensas y prolijas, que encuentran en las dos i el marco rojo de su pertenencia. Ese es el límite del espacio que define a la propuesta: una habitación presidida por una enorme mesa, una cámara que graba todo lo que sucede, los micrófonos que registran los testimonios. Pero, del otro lado del espejo, están los que gobiernan ese interrogatorio desde las sombras, los que dirimen sus intervenciones en paralelo a las tensiones del acusado, los que funcionan como delegados del espectador, para modelar sus lealtades y empatía, para situarlo en la posición incómoda de seguir paso a paso las revelaciones y apostar minuto a minuto por la resolución.El modelo tiene larga trayectoria, desde la exitosa La ley y el orden -en su longeva encarnación de Unidad de Víctimas Especiales, dedicada a los delitos sexuales, protagonizada por Mariska Hargitay-, gran parte de la acción de la británica Line of Duty, la terapéutica In Treatment, y sucesivas aplicaciones de ese económico formato de cámara, que concentra en una unidad de tiempo y espacio toda la tensión posible. Criminal toma esa fórmula al pie de la letra y usa los dos lados de ese espacio como vasos comunicantes de especulación: acusados e interrogadores se miran unos y otros a través del vidrio, y junto con la conversación son los detalles del entorno y los matices del sonido los que contribuyen a hacer efectiva la propuesta. Sin embargo, eso que puede parecer idéntico por las coordenadas a seguir a rajatabla, termina encontrando su distinción en cada lugar, en la historia que define a cada país, en cómo ese escenario único de diálogos punzantes...

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