Arte: Cai, el hombre ilustrado

Con sus propias manos, cada día durante un mes, un grupo de hombres cava hoyos en Pourrières, una pequeña ciudad del sur de Francia. Entre ellos se cuenta Cai Guo-Qiang, el hombre que llenará de pólvora esos cuarenta y cinco "cráteres de meteorito" que simbolizan la historia de la Tierra, los unirá con una mecha de ochocientos metros de largo y los hará estallar al atardecer, para que el humo y las llamas se fundan con el sol poniente. Con esta imagen apocalíptica, el artista chino busca hacernos recordar que algún día todo lo que conocemos desaparecerá.

"Los planetas y las estrellas nacen de explosiones y mueren en implosiones: ése es el destino de todas las cosas vivas. El objetivo de este proyecto era despertar conciencia en la humanidad sobre la importancia de nuestro entorno, para que veamos su destino desde una perspectiva que vaya más allá de nuestro propio planeta", explica Cai sobre esta primera performance en Occidente que marcaría en 1990 un punto de inflexión en su carrera.

Mañana, cuando inaugure en Fundación Proa su primera muestra en la Argentina, Cai demostrará una vez más por qué es considerado uno de los artistas contemporáneos más destacados del mundo (ver aparte). Después de haber visitado Misiones, Salta y Buenos Aires, decidió que el conjunto de obras inspiradas en nuestra cultura se llamaría Impromptu, como las piezas musicales basadas en la improvisación. El trabajo realizado en Buenos Aires con estudiantes locales se completará el 24 de enero sobre el Puente Avellaneda, con uno de sus famosos "proyectos de explosión" que buscan conectar al hombre con otra dimensión a través de una experiencia impredecible y efímera.

"Durante varios años me intrigaron dos ideas: la percepción visual desde el universo y la interacción entre el hombre y el cosmos –escribe Cai en uno de los textos del catálogo–. El principal medio que utilicé para experimentar con esas ideas fue la pólvora, con la esperanza de que los momentos de explosión se fundieran en el movimiento continuo que no se detiene desde el big bang."

Con ese espíritu que busca ampliar la perspectiva humana apelando a la ancestral "medicina de fuego" creó su serie Proyectos para extraterrestres. Uno de ellos consistió en sumar a la Muralla China un tramo humeante que se adentraba diez mil metros en el desierto de Gobi. Ese cuestionamiento sobre la necesidad primaria de levantar muros tangibles e intangibles se reiteraría en su imponente instalación Head On...

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