Arroyo, por el desquite en un grupo que hizo ruido en Portugal

GUIMARAES, Portugal.- Estaba a punto de cumplir 21 años. Trabajaba en el almacén El alemán, que su padre había dejado a él y a sus hermanos, en Villa Devoto, cerca de la avenida Beiró. Jugaba en el club de barrio Ateneo de Versalles. Y cuando estaba por abandonar el voleibol, el día de su cumpleaños sonó el teléfono. Vélez Sarsfield lo llamaba para probarse. Así nació la etapa profesional del central Carlos Arroyo. Empezó a cobrar por mes y a jugar en primera, algo que jamás habría imaginado."Me venían bárbaro los 200 pesos", rememora Arroyo, en parsimonia absoluta. "No conocía a nadie. No veía voley. Ni sabía quién era Armoa [Fabián, ex DT de Vélez y del seleccionado nacional y actual campeón de la Liga con UPCN], ni los compañeros. No sabía cómo era el sistema del Metropolitano. No tenía idea de nada", confía el central a La Nacion.En el sillón del lobby de un hotel en Guimaraes, donde se aloja el equipo argentino, la voz del capitán de Bolívar tiene la calma que regala el tiempo. A los 35 años, es el más experimentado del grupo que vino a Europa para ganarse el último ticket para lista olímpica. Los siete titulares, que están trabajando en Buenos Aires, ya tienen boletos asegurados; en este camino por las cinco plazas que quedan, Weber estuvo atento al partido de ayer por el Grupo D de la la Liga Mundial. La Argentina dio una muestra de carácter con los...

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