Argerich y Barenboim, el mejor reencuentro de dos amigos

Entraron de la mano, como otros años. Al salir, también como otros años, él le dio un beso en la frente. Martha Argerich y Daniel Barenboim volvieron a tocar juntos en el Teatro Colón. En unas gradas dispuestas en el escenario, estaban los músicos de la West-Eastern Divan Orchestra, de la que Argerich es miembro honorario. Era una proyección escénica de la intimidad musical que existe entre ellos.

Cada presentación del dúo Argerich-Barenboim es un ritual, que como todo ritual es siempre igual y siempre distinto. Hace años que nos presentan los programas más maravillosos. Esta vez fue de Mozart a Mozart pasando por Johannes Brahms y Franz Liszt.

No hubo palabras. Barenboim y Argerich se reencontraron haciendo eso que mejor saben hacer y que hacen de la mejor manera en que puede ser hecho en este mundo. Apenas si se comunican con un movimiento de cabeza mínimo. Uno y otro son muy diferentes, y eso mismo explica la tremenda afinidad que existe entre ellos; después de todo, lo distinto es mucho más interesante que lo semejante. Más allá de todo lo demás que pueda decirse, la fricción de lo distinto es la auténtica clave de este dúo.

En el principio, tocaron la Sonata para cuatro manos en Fa mayor K. 497 de Mozart. Está aquí ese arabesco mozartiano que es en realidad un laberinto emocional. Argerich (abajo en el registro del piano) y Barenboim están en posesión de ese hilo que les permite no perderse. Pero el hilo de cada uno no es el hilo del otro. Cierto: Argerich y Barenboim son distintos; lo son en sus gestos, en sus hábitos, en sus repertorios (restringido uno, inabarcable el otro), y, lo que importa de veras aquí, lo son también en su inteligencia musical y en su pianismo. Esto se notó tal vez más contrastadamente en las Variaciones sobre un tema de Haydn, Op. 56b, de Johannes Brahms. Muchas veces tocó y grabó Argerich esta pieza. Pero acaso nunca había existido tal contraste entre partenaires. Las ocho variaciones brahmsianas respetan la estructura rítmica, la armonía y aun el contorno melódico del tema original, el Chorale St. Antoni. Si alguien quisiera hacer un estudio acerca de las diferentes, complementarias e imprescindibles filosofías musicales de Argerich y Barenboim, debería empezar acá. Ya desde la presentación del coral quedó claro que el...

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