Los argentinos, maestros en eufemismos

La muerte, la política o el sexo. Los temas que en general nos ponen a prueba a la hora de nombrarlos. En nuestra ayuda acuden los eufemismos, esa forma de decir con palabras o expresiones que nos parecen más suaves, menos vulgares. Menos crudas o duras. Los argentinos somos maestros con los eufemismos. Pero no porque seamos cuidadosos con las palabras ofensivas, sino porque las palabras no han sido despojadas de las mentiras y los engaños de los tiempos del miedo, del autoritarismo que dejó un lenguaje de combate, del alambicado siglo XIX que se reconoce en los escritos jurídicos o en los burocráticos "memos" de los expedientes oficiales y las ridículas expresiones de una prensa arcaica que hasta no hace mucho tiempo escribía "manto níveo", "precipitación pluvial" y "nosocomio" en lugar de palabras bellas como lluvia, nieve, u hospitales (aunque queramos evitarlos). Pero, sobre todo, palabras malversadas recientemente por la engañosa ilusión del "marketing político", con sus técnicas del mercadeo, los lemas que simplifican los problemas, las encuestas de opinión pública y las propagandas electorales.La retórica está llena de ejemplos de eufemismos: "cuerpo" por "cadáver", "víctimas" por "muertos", "limpieza étnica" por "matanza racista", "hacer el amor" por las más vulgares que eludo nombrar, lo mismo que las partes del cuerpo llamadas pudendas que todos reconocemos en el lenguaje soez o vulgar. Como las palabras no son inocentes, las primeras palabras de la democracia nacieron distorsionadas: los eufemismos abundan en la política y en las expresiones cargadas de ideología en un país que inventó el peor de todos: llamar "desaparecidos" a los presos en cautiverio o asesinados, "cárceles del pueblo" a los secuestros extorsivos. Todos sustitutos de las denominaciones connotadas negativamente.Aun cuando la definición ideológica de izquierda ya fue despojada del sentido originario porque los revolucionarios se volvieron dictadores, persiguen a sus opositores y en sus prisiones se tortura, en la Argentina se evita la definición de izquierdista. No por los tiranos del siglo XXI, sino por el pasado cercano. El peronismo de izquierda se apropió de la palabra "progresismo", utilizada como eufemismo para eludir que en el pasado el peronismo persiguió a los comunistas, los "zurdos", y que con una vara moral bastante desmemoriada mide ahora al resto de la sociedad. Para no hablar de la descalificación de "gorila" convertida ya en una categoría...

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