Una arenga para convertir en combustible

LONDRES.- "Hacemos cosas de pendejos y le echamos la culpa al otro. Déjense de hinchar las pelotas. No hablen más, macho. ¿A quién se comieron, la concha de su madre?" Así recibió Javier Weber a sus jugadores. El partido estaba 5 a 5 en el cuarto set, 2 a 1 para Italia. Rodrigo Quiroga manejó mal un saque de Parodi. De Cecco no pudo arreglarlo y Sebastián Solé completó el blooper con un golpe de abajo que no pasó la red. El DT pidió tiempo y descargó su furia. No será ni la primera ni la última vez que un entrenador exprese su fastidio de esta manera. A veces, hasta es necesario un sacudón así. La transmisión se la mostró al mundo y multiplicó el impacto. El equipo no reaccionó bien después del lavado de cabeza. Italia se despegó en el marcador y llegó al final con amplia ventaja.En el último tiempo pedido, Weber fue más comprensivo: "Terminemos este partido jugando bien. No podemos cerrarlo así". Argentina mejoró, levantó cinco match points y se puso 23-24. No alcanzó porque el zurdo Lasko, goleador del juego, ganó el partido en la última pelota. Bienvenido el cachetazo de la derrota. Este grupo la necesitaba, como esos chicos que reclaman un límite de sus padres. Son chicos pero también sensatos. Aprovecharán la lección. Un equipo lleno de oficio y experiencia les advirtió que todavía tienen mucho para aprender en este tipo de competencias. Ya no tiene ni a Giani ni a Sartoretti ni a Meoni. Importa jugadores como el opuesto Lasko desde Polonia y el armador Travica desde Croacia. Pero sigue siendo Italia. En Juegos Olímpicos, no baja de semifinales desde Atlanta 1996. Argentina cometió todos los errores de juventud que se esperaban en el debut contra los australianos. Mal manejo, recepción complicada, armado sucio y poca pegada.Del otro lado, un rival que escondió...