Apuntes sobre la vocación

Toda vocación incuba una apuesta. Puede que escuchemos el llamado de la música o de la arquitectura, de los números o de las letras, de la fotografía o de las recetas de una abuela que predica con sus guisos. Pero tales inclinaciones no garantizan que tengamos talento.

Es un juego sin garantías. La vocación suele desperezarse temprano y se siente como una obsesión. Casi todo lo demás pasa a segundo plano. Es dicha pura. Es la más pura de las dichas. Pero, poco a poco, allá adelante se va dibujando el perfil de una cordillera. ¿Tenemos lo que se necesita? No hay modo de saberlo.

Empecé a escribir a los diez años. Mi madre estaba de verdad preocupada. El chiquilín llegaba de la escuela, se quitaba el guardapolvo y se sentaba redactar hasta la hora de comer. Todos los días. La pila de esos primeros cuadernos está hoy siempre a la vista en mi estudio. Porque el deleite sigue intacto, pero también porque desde esos cuadernos hasta estas líneas el viaje fue cualquier cosa menos tranquilo. He aprendido algunas cosas en esta travesía.

Durante la secundaria, mi vocación despertó en la familia una feroz resistencia. Empecé así a investigar todas las mañosas esquinas del desafío. Descubrí, por ejemplo, que muchos de mis compañeros no parecían haber notado que esa carrera que estaban por elegir sellaría todas sus horas futuras. Solía preguntarles qué iban a seguir; recuerdo que un querido amigo me respondió que Ingeniería.

-¿Pero a vos te gusta eso?

-No. A mí me gusta el teatro.

Luego de una larga conversación sobre las presiones familiares y los riesgos de tomar un camino poco convencional, concluí:

-Nos guste o no, estamos obligados a hacer una apuesta.

Al día siguiente le llevé El jugador, de Dostoievsky, y supongo que surtió efecto, porque a la semana siguiente me pidió más libros y con los años se convirtió en director de teatro.

De momento, sin embargo, todavía había demasiadas incógnitas sobre el porvenir. Me faltaba información. Le confié el dilema a uno de mis profesores más admirados, café de por medio, en un localcito que había enfrente del colegio.

-La clave -sentenció, luego de escucharme con atención- está en que logres independizarte económicamente. Cuanto antes, mejor.

Puede sonar extravagante que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR