Apuntes al paso. La belleza está en la mirada

En el libro Criaturas dispersas, de Natalia Gelós (una de cuyas ilustraciones se observa en esta página), el ejercicio de observar la vida natural es directo, sensible y en absoluto edulcorado

Era verano, él tendría unos cuatro años y habíamos ido de paseo a Temaikèn . Aunque había mucha gente en el sector de los murciélagos, no nos desanimamos y, pacientes, nos sumamos a la fila de gente que a paso lento iba ingresando al lugar. Al costado, detrás de los vidrios, asomaban las extrañas siluetas de esos seres como en siesta eterna, rigurosamente suspendidos boca abajo.

"¡Qué feos son!", exclamó la mujer que avanzaba delante nuestro. Mi hijo me miró, sus ojazos más enormes que nunca. "No son feos", me dijo, y en su voz no había ni protesta, ni indignación, ni asomo de intención de ir a discutir la cuestión con nadie. Simplemente, compartía conmigo una observación, quizás una sorpresa al descubrir que no todos veían el mundo como él lo estaba viendo. Fue eso: con tres palabras me hizo partícipe de su mirada, la dejó establecida y se dio vuelta tan tranquilo, la nariz otra vez contra el cristal, a seguir observando los enigmáticos capullos vivientes que pendían suspendidos en su escuálido bosquecito artificial.

Tengo a mi lado un libro que, como todos los de Editorial Leteo, es un primor de edición. Se llama Criaturas dispersas , lo escribió Natalia Gelós y viene acompañado de una suerte de postal que reproduce una de las imágenes que aparecen al interior del volumen. Es una serpiente enorme y tiene la magia de aquellos grabados con los que los viejos naturalistas intentaban trazar cierta cartografía del mundo.

Hay gente que les tiene pavor a las serpientes: no son seres con buena prensa. Algunos les tienen pánico; otros, repugnancia; la mayoría, quizás, rechazo.

En su libro, compuesto de pequeños textos y organizado en cuatro campos -Tierra, Agua, Aire, Fuego- Gelós va trazando su propio mapa del mundo. Mientras lo leía, recordé aquel día en Temaikèn junto a mi hijo. Entendí por qué ella le dedica el libro a su propio hijo, el que, dice, le recordó "cómo mirar".

Por supuesto, en el apartado Tierra hay una historia que involucra a una serpiente. La pitón de Birmania. Entre las muchas opciones para describir su fuerza, aspecto o comportamiento, Gelós elige contarnos que sus movimientos tienen "la calidad...

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