Apuntes de una distopía improbable

Me encantaban los relatos distópicos. Novelas, comics, películas: disfrutaba de la calidad de muchos de ellos y me solazaba en el morbo cuando no eran tan buenos. Fui feliz, de comienzo a final, con el film 12 monos, y aún más feliz cuando descubrí La jetée, el genial mediometraje de Chris Marker que le dio origen. El hombre Omega, con Charlton Heston, doblaje españolísimo y emisión televisiva, me inició en el sabor de las ciudades vacías y los sobrevivientes solitarios. Unos cuantos años después, películas como Invasión o Stalker serían la contracara sofisticada, incluso metafísica, de una misma, desolada pregunta por el final. Entre unos y otros -las maratones de catástrofes previsibles; las perlas de ciertas producciones de culto- el apocalipsis se teñía de un indefinible encanto.El nacimiento de mi hijo puso fin a la adicción. Como si su presencia tornara insoportable la más mínima referencia al más improbable final. Y es extraño cómo, con el correr de los años -y muy especialmente con el correr de los últimos meses- me acostumbré a la idea de que aquellas devastadoras catástrofes que alimentaban vaya a saberse qué zona oscura de la fantasía, dejaron de ser el horizonte de una ficción para pasar a entretejer, casi sin metáfora, la pura y dura realidad cotidiana. Digo que es extraño porque no hay ni pánico ni amargura; solo un incrédulo asombro.Hace unos días, me tocó, por primera vez desde que comenzó la cuarentena, hacer uso del permiso de circulación. Una serie de cortes de luz en la zona donde vivo hicieron imposible el trabajo remoto, y debí desplazarme a la redacción para poder seguir escribiendo. No solo fue la primera vez en cuatro meses en que me subí al auto; fue la primera vez en que circulé más allá del estrecho circuito de cuadras al que, como a todos, el virus me tiene circunscripta. Y si la distopía ya estaba -qué más distópico que los primeros días de cuarentena, su ausencia de niños en las calles, los transeúntes puro ojo y barbijo, el miedo como una nueva humedad ambiente-, ahora se sumaba la...

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