Apunte para 2016: qué enseñan los 'padres' de la economía

Hoy honramos a los padres en sentido estricto, pero la ocasión también sirve para reflexionar sobre la relevancia actual de lo que en el pasado dijeron algunos padres en sentido figurado.

Las líneas que siguen se focalizan en el caso de los padres fundadores del análisis económico, específicamente en las ideas planteadas por los tres británicos Adam Smith, David Ricardo y Thomas Robert Malthus.

Tal como era de esperar, entre ellos hubo importantes coincidencias y diferencias. Los tres razonaron en términos sistémicos, se comprometieron con la acción concreta y no fueron conservadores ni revolucionarios, sino reformistas, pero focalizaron su atención en diferentes aspectos de la realidad.

Ninguno de los tres estaba preocupado por el producto bruto interno (PBI) del próximo trimestre, sino que razonaban a partir del siguiente interrogante: ¿a dónde iremos a parar si no hacemos nada? "Continuaremos con una economía trabada por regulaciones internas y externas", dijo Smith. "Los rendimientos marginales de la agricultura devorarán la tasa de beneficio de la industria, deteniendo el crecimiento por completo", afirmó Ricardo. "La pelea por los alimentos, derivada de la explosión demográfica, generará nuevas guerras o hambrunas", completó Malthus.

Smith, Ricardo y Malthus no se circunscribieron a describir. No gustándoles lo que pronosticaban en ausencia de medidas, realizaron propuestas. Nada de "Sodoma y Gomorra", pero tampoco nada de statu quo. Por eso digo que no eran revolucionarios, pero tampoco conservadores, sino reformistas.

Smith propuso desregular la economía para que operara la mano invisible (una genial intuición); Ricardo recomendó neutralizar los rendimientos decrecientes vía el cambio tecnológico y el comercio internacional de bienes, sobre la base del principio de la ventaja comparativa; en tanto que Malthus propuso morigerar la explosión demográfica, controlando la natalidad vía el aumento de la edad de los casamientos. En la Inglaterra de aquella época, mediados de siglo XVIII y principios del XIX, la expectativa de vida era alrededor de 30 años, y los jóvenes no "debutaban" hasta casarse. La conclusión es simple: nunca mire la historia con ojos del presente.

¿Leer los originales? Ciertamente. En los primeros capítulos de La riqueza de las naciones, ejemplificando con la fabricación de alfileres, Smith explica de manera insuperable las ventajas y los riesgos de la división del trabajo; así como en el capítulo siete de los...

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