Apuesta maestra: Aaron Sorkin pone las cartas sobre la mesa

Cuesta creerlo, pero el hombre que todos admiran por su talento para hacer hablar a sus personajes del cine y la TV con lengua filosa, certera e incansable no encuentra en un momento la palabra exacta para expresar lo que piensa. Frente a un puñado de representantes de la prensa internacional, entre ellos LA NACION, Aaron Sorkin balbucea a lo largo de interminables segundos. Varias veces está a punto de iniciar una frase, pero se detiene una y otra vez entre risas nerviosas, propias y de sus interlocutores.

Hasta que por fin se relaja y con un suspiro de resignación encuentra la ansiada escapatoria a ese laberinto verbal con una frase muy sencilla y contundente. "Todos saben cuánto valoro la importancia de la libertad de expresión y de la prensa libre", afirma. Tal vez buscaba, fiel a su estilo, una argumentación algo más elaborada que no tardará en encontrar, como veremos más adelante. Todo ocurrió a principios de septiembre último, tres días después de la apertura de la edición 2017 del Festival de Cine de Toronto, y pocas horas después del estreno mundial, allí, de Apuesta maestra (Molly's Game), que Sorkin escribió y, por primera vez en su carrera, también dirigió. La ópera prima del creador de The West Wing llegará el próximo jueves a los cines argentinos, presentada por Diamond.

Pocas películas habían llegado con tanta expectativa previa a la última edición de la muestra canadiense, que todos reconocen e identifican como primera vidriera para evaluar cómo se configura la temporada de premios de Hollywood. Ese camino atraviesa por estas horas una instancia decisiva (esta noche se entregan los premios del sindicato de actores, como se informa en la página 3), con Apuesta mortal en un lugar bastante relegado si lo comparamos con aquellos tempranos pálpitos.

De cualquier manera, no pocos observadores consideran que las chances de alcanzar nominaciones al Oscar se mantienen vivas por el lado de dos categorías: guion adaptado y actriz protagónica.

Los dos exponentes de esas aspiraciones están sentados frente al pequeño grupo de medios internacionales en un elegante hotel de Toronto. Alto, vestido de traje sin corbata, con el porte de un ejecutivo de Hollywood pero con mucha más naturalidad, Sorkin monopolizará la charla con la ayuda de un vozarrón que rebota en todo el lugar. A su lado, Jessica Chastain escucha, asiente y aporta algunos comentarios a sabiendas de que su palabra quedará en segundo plano. Lo acepta porque la verdadera...

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