No aprende más: Boca tuvo otro capítulo de su feroz crisis interna

Está acorralado por sus propias manos. Boca es un viaje al vacío. Convive con la crisis, se ensucia con el bochorno, abre sus alas al escándalo... una vez más. Pablo Ledesma desafía, Agustín Orion responde, una pelea a modo de escenografía, Román Riquelme arroja las cartas a su antojo. el plantel se divide (apenas una huella de su esencia), Angelici desgobierna en la complicidad, la barra brava exige derechos, y Carlos Bianchi, el viejo y exitoso Virrey, es la muestra de un capitán sin medallas. Boca tuvo su viernes de pesadilla, una crisis creada en su imagen y semejanza.

Para que haya existido el viernes del escándalo debió haber un jueves insólito. Ese día, Pablo Ledesma, acompañado por Emanuel Trípodi, brindó una charla con la prensa en la que exigió explicaciones por un supuesto alcahuete del plantel, que le habría contado a un diario deportivo que el equipo "no sabía a qué jugaba", entre otras críticas a un funcionamiento híbrido en la mayoría del tramo del torneo Final, más allá del discreto triunfo contra Olimpo por 2 a 0. Sin señalarlo con la voz, aunque sí con el dedo acusador, el volante, que confundió el momento y el lugar y que no habría sido enviado por nadie, dejó en evidencia a Agustín Orion, por esas horas, en vuelo de regreso de Bucarest, parte de la delegación del seleccionado que empató sin goles con Rumania el miércoles pasado. Ledesma recordó la etapa de Julio César Falcioni, con sus rencillas a cuestas: salvó el pellejo de Román y de Diego Rivero, pero dejó en puntos suspensivos al arquero, que en esos tiempos inclinaba su simpatía con Somoza, Silva, Erviti y Caruzzo, todos lejos de la Ribera, laderos amistosos del Emperador Falcioni.

Fueron transferidos. O prefirieron cambiar de aire. Todos, menos uno. Orion sigue. Es el único que tiene un desempeño más o menos decoroso en tiempos oscuros de casi todos en la última temporada y media. El arquero, que es el subcapitán y Román, el dueño de la cinta y algo más, no se llevan de maravillas. Desde el desplante de Riquelme luego de la final de la Libertadores perdida con Corinthians, hasta su calculado regreso, luego de aquella descolorida pretemporada xeneize, ya con Bianchi en la conducción, conversan poco. Lo mínimo e indispensable.

"¿Alguien tiene algo que decirme?", habría preguntado, en su momento, el número 10, luego de su desprolijo regreso. Orion, que sabe que Román maneja los hilos de casi toda la estructura del club, no dijo nada. Pudo irse al exterior a...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR